Los “termocéfalos” de marzo
La gráfica expresión que llevamos al frente de esta nota es –salvo error u omisión– de un exdefensor del pueblo, el mismo que habló además de los “lambertos” (que viene de lamer), y se refiere a la gente que vive de la adulación en la política. Pero no es ese nuestro tema ahora. Marzo que ya se nos va, tuvo una atmósfera psicológica de fuego. En ese escenario, encontraron su oportunidad ideal los “termocéfalos”, los cabeza-calientes. De eso hablaremos un poco.
A los “termas” de referencia los ha visto y escuchado usted varias veces, son los actores de este tiempo. Tomar por enemigo a todos los que no son de sus filas, es una de sus aficiones conocidas. Lo que son en otras especies, por ejemplo, el toro de lidia, el perro de caza o el gallo de pelea, son los termocéfalos en la política y el sindicato. Aunque con frecuencia hablen de paz y de diálogo, sería grave error creerles. Son más bien gentes de lucha, de confrontación y de polémica: “lo enterraremos QEPD”, “tomen la dinamita y agarren a patadas”, “son maleantes confesos”, “sean insolentes y agresivos”.
Desde la época del presidente Tomás Frías (1873), el fuego tiene su historia aparte. En Cochabamba los pirómanos del Chapare quisieron reducir a cenizas la prefectura (2007); en El Alto intentaron hacer otro tanto con la Alcaldía. En ambos casos las víctimas fueron los culpables. Igual que ayer, en nuestro medio impera el espíritu belicoso; hasta el Fiscal General es guerrero. Refiriéndose a esa situación el director de radio Fides dijo cierta vez que mientras nosotros peleábamos, Chile “nos andaba fregando”. ¿Ha cambiado eso? Parece que no.
Afuera, a nuestro alrededor, no corren mejores vientos. Pero el referente mayor es el Norte. La actitud agresiva de Trump ha empezado a cosechar respuestas, incluso dentro de su propio partido. En una entrevista reciente en CNN un analista conocido, Deepak Chopra, ha manifestado, entre otras cosas, dos de índole preocupante: el trauma electoral no ha sido superado en EE.UU.; el país capitán del mundo aún no ha tomado las riendas del poder. La otra, hay indicios que revelan un acercamiento al peligro de una catástrofe mundial. El planeta no desaparecería, pero la especie humana tal vez sí. Chopra no es el único que maneja esa predicción apocalíptica.
El mundo está así. En ese contexto, nosotros metemos alboroto con lo nuestro. Sea coincidencia o no, la estridencia cívica del 23, los extravíos en la frontera con Chile y la expectativa con La Haya, han marcado un cuadro sintomático. Una diputa acertó en decir que se ha producido una “escalada de violencia verbal”. ¿Acaso no estamos buscando el diálogo? Para las lenguas viperinas ¡qué es pues el diálogo! Cualquiera sea el fallo del CIJ, si no hay un ambiente que respalde y favorezca la negociación, no habrá nunca el tal diálogo. Y el mar, con o sin Evo, se irá a las calendas griegas.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS