Ausencia de ética y moral en el Estado
Ante el reciente bochorno sufrido por Bolivia (el Gobierno Morales y sus representantes) corresponde recordar el elemental “catecismo cívico” sobre ética y moral, imprescindible para la buena salud del colectivo al que pertenecemos.
La vida ciudadana está regida por reglas de práctica cotidiana, que orientan nuestras acciones y juicios sobre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, cuyo conjunto se llama moral que guía al individuo, la familia y la sociedad o sea al Estado.
La ética resulta la manera de ser, el carácter que se imprime a nuestras acciones en relación con la moral de la cual no se separa jamás, responsable de la conducta, que inspira el altruismo y sus virtudes y el comportamiento dentro del colectivo en que nos desenvolvemos. Es por tanto la ética el conjunto de conocimientos en la conducta humana. Una reflexión sobre la moral de lo bueno y lo malo.
Al zafarse del parámetro de la ética y la moral, la democracia pierde su brújula y suceden acciones que distorsionan su esencia, según afirma Marcelo Ostria. Es que la democracia no encuentra cómo defenderse de los neopopulismos avasalladores, puesto que han copado organismos internacionales que debilitan la ejecución por ejemplo de la Carta Democrática Interamericana, aunque en este caso concreto logró que la Corte Suprema Venezolana revirtiera sus írritos fallos contra la Asamblea Nacional, aunque no consigue todavía el predominio de la libertad y la justicia.
Esa dicotomía que surge del divorcio entre la moral y la praxis política da lugar a la crisis humanitaria que vive Venezuela, donde 50 mil personas cruzan a Colombia en busca de alimentos, lo que convierte en caótico al régimen madurista.
Bolivia arriesga su reputación, en este caso ligada al Gobierno de Venezuela, que poco después del incidente en la OEA arremetió contra sus ciudadanos que pedían en las calles “el fin de la dictadura chavista”. El embajador masista Pary actuó como un auténtico dictador al pretender desconocer la decisión de 17 países allí reunidos que reprocharon “el golpe contra el Parlamento”. El Deber sostiene que corresponde ahora que el Gobierno de Morales explique a la comunidad internacional y a los bolivianos por qué el nombre de Bolivia tiene que estar envuelto en la defensa de un régimen que ha violado los principios democráticos y se niega a convocar a elecciones.
Para mayor luz, Los Tiempos remarca “hay un generalizado consenso en que la actuación del diplomático en la OEA ha sido errada, así como la posterior intervención del Canciller que lo respaldó, lo que profundiza dicho error en el entuerto del autogolpe provocado por la camarilla familiar-militar que gobierna Venezuela”. Tenemos ante la historia nuevos elementos para comprobar el alejamiento de la ética y de la moral en la conducta de los gobiernos. Hacemos coro a la conclusión del matutino valluno: es de lamentar que el Gobierno de Morales no sólo haya equivocado su manera de actuar en la OEA, sino que insista en ello, lo que implica, además, un nuevo y peligroso alineamiento con corrientes autoritarias de poder.
Lo que las FFAA y el pueblo deben tomar en cuenta es el valor de interlocutor que tiene el régimen ante el litigio que sustenta ante el Tribunal Internacional de La Haya, es nuestra percepción puntual.
El autor es periodista.
Columnas de MAURICIO AIRA
