¿Al filo del peligro nuclear?
A respaldo de su potencia militar, los viejos adversarios se miran otra vez con el ceño fruncido; Washington y Moscú han marcado sus distancias. ¡Quién tendrá razón! Falta claridad en el tablero de la disputa. Sólo se coincide en afirmar que ambos ostentan una fachada y tienen un trasfondo diferente. Como en ciertos grupos, alguien quiere ser el que manda a los demás. Política y economía se entrecruzan bajo una apariencia engañosa.
Pero la vida sigue su curso cotidiano, muchos o no creen o no les interesa. Se parecen, sin querer, a los músicos del Titanic: ven que se está hundiendo el barco pero deciden seguir tocando; eran gentes de otra fibra humana. Tenían el heroísmo de brindar sus melodías hasta el último momento supremo de la vida. Ahora el barco es el planeta mismo; no se hundirá --si es que fuera ésa la fatídica realidad– por accidente sino por una acción deliberada de los que gobiernan el mundo. Otro Premio Nobel de la Paz, Mohamed Elbarade (2005), acaba de advertir que estamos yendo aceleradamente hacia el borde de una catástrofe nuclear. (Oppenheimer, CNN).
Ya el siglo XXI, con un escaparate brillante de conquistas científicas y tecnológicas estamos ante el peligro de pulverizar todo eso en un instante. Es cierto que se avanzó, pero aún hay problemas no resueltos. Por ejemplo, en salud, enfermedades como el sida o el cáncer esperan todavía el esfuerzo de la ciencia médica, pero a contramano hemos desarrollado armas letales con inmensa capacidad destructiva. En 1945 se estremeció el mundo con la bomba atómica sobre Hiroshima, pero hoy es un polvorín con miles de bombas y con mayor potencia aniquilante.
Ante esa realidad que nos circunda, (pese a que Siria está a miles de kilómetros) tenemos la sensación de que todos nuestros asuntos del día pierden dimensión e importancia. Así, el hambre con que castiga a su pueblo el dictador de Venezuela, la maniobra callejera contra Macri en Argentina, la torpe maniobra del embajador boliviano en la OEA, el pleito que tenemos pendiente en La Haya son, comparativamente, no muy aflictivas. Podemos conocer las causas de esas turbulencias, pero eso de “arma nuclear” parece un monstruo apocalíptico.
En 1993, la Convención de Armas Químicas de la ONU prohibió el uso de sarín para los gases letales, con la adhesión de 162 países entre ellos EEUU y la Unión Soviética, pero se abstuvo Siria. Las versiones que se difunden por la prensa son confusas y contradictorias. Empero está claro que Rusia es aliado del tirano que utilizó el arma prohibida. Según se dijo, los misiles tuvieron fines disuasivos, pero originó que el “Centro de Mando” (Rusia e Irán) notificara que no tolerarán más agresiones, y que “América conoce nuestra capacidad de respuesta”. ¿Quién dice la verdad y quién miente? Si se produce la hecatombe nuclear, no habrá quien cuente la historia de quien lanzó la primera piedra.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS