Los políticos o las instituciones
El adolescente (...) está dispuesto a gangrenar temporalmente sus falangetas, a cambio de una promesa futura de dolor
Apropósito de la última declaración que publicaron algunos ex mandatarios me vino muchas interrogantes, pero además un remember de algo que suelo intentar resolver como parte del debate de la ciencia política, ¿qué importa más los políticos o las instituciones?
Aparentemente lo que más importa son los políticos, somos como una especie de seres maquiavelianos que lo depositamos todo en aquel líder que se presenta ante nosotros como una figura que no se corrompió o que se redimió por la historia (Mesa); o aquel que sueña reinventarse de cuando en cuando para ver si sale de su margen histórico y mínimo de votos (Doria Media); o aquel solitario y repetidor asiduo de diálogos para octogenarios (Cárdenas); o aquél que busca agazaparse en los otros presentándose como amigo de los gigantes de la política para que no lo aplasten como a su vecino beniano (Costas y Revilla); más abajo le toca el turno a Tuto.
Sin embargo, lo que sabemos es que tenemos políticos corrompidos todos ellos, en los que las instituciones no terminan siendo objetivo principal a transformar sino para asegurar su propia sobrevivencia.
Por esto dudaba (y sigo) en que la declaración esa fuera algo que hasta ahora en nuestra historia no se vio y que simplemente sigue siendo el reflejo de aquello que Rigo Paredes decía a inicios de 1900: los políticos de la oposición tienen a su favor la posibilidad de agitar a las masas apelando a principios democráticos, alertando que es imperioso salir de la dictadura de quién se encuentra gobernando.
Hasta ahora no se había podido articular una postura contundente del calibre que exponía Paredes, y quizá se deba además de por asegurar su sobrevivencia política también a ver la alerta que se va germinando en nuestro pueblo de no querer relacionarse con nadie que fuera visto como parte de la clase política.
La denuncia entonces aparte de denotar la formación en línea de los políticos para que nos se les siga amedrentando con temas judiciales, o de clamar al pueblo para que los sigan considerado actores vigentes; deja algunos vacíos como por ejemplo cuál es su propuesta para el país, a dónde quieren llevarnos, o sólo se trata de una campaña de denuncia que por cierto alguien como Tuto Quiroga lleva cierta ventaja del resto en destreza y argumentos.
Estamos a once años de gestión gubernamental del MAS y a dos de que se midan en elecciones generales y ¿es ahora un momento justo para que la oposición política despierte? Eso me sabe muy mal igual que nuestro Presidente diciendo a fines de enero de este año que se dio cuenta que un Ministerio de Energías había sido importante.
Una certeza final me viene a la mente de todo esto: probablemente el peor parado es el ex presidente Mesa, su campo de juego para recuperar un movimiento ciudadano fue afectado y además porque el actual gobierno no va descansar de encasillarlo con esa oposición política que considera de derecha. Por lo tanto, sigo creyendo que una clase política (oficialismo y oposición) deben jubilarse si quieren garantizar una transición no traumática y la vigencia de nuestro sistema democrático.
El autor es Politólogo y docente universitario
Columnas de MARCELO AREQUIPA AZURDUY