Los cuatro jinetes del Apocalipsis
Vemos en el mundo tragedias y desolación. Estamos ante los cuatro jinetes del Apocalipsis como resultado de una sumatoria de desastres naturales y humanos. Hambre, peste, guerra y muerte provocan un caótico cuadro no visto desde la 2GM. Bajo diversas facetas, con actores recurrentes e ingreso y salida de varios protagonistas, se viene desarrollando desde el 11 de septiembre de 2001 un conflicto que aún no tiene fin y que bien podría considerarse —por su magnitud global— como una larga Tercera Guerra Mundial en curso.
Al enviar esta nota no sabemos cuándo surgirá un nuevo bombardeo, drama, atentado, inundación o terremoto. En un planeta “caliente” cualquier cosa es posible. Medio Oriente sigue siendo el polvorín central. En el conflicto sirio y tema ISIS lo ideal era tener tareas conjuntas EEUU-Rusia. Tal cosa no sucedió. Si alguien detonare un arma nuclear en la región tal vez hasta podría iniciarse el Armagedón bíblico.
El mundo se ha complicado. Existe incertidumbre en torno al futuro de una globalización “pinchada” por el “Brexit” británico y el inesperado triunfo de Donald Trump. La Unión Europea languidece sin tomar decisiones trascendentales. Rusia quiere resurgir y recurre a la fuerza militar. China despliega su nuevo poder y no lo disimula. Corea del Norte y los Ayatolas de Irán siguen dando dolores de cabeza. El Estado Islámico ha instalado su reinado de terror, Siria está prácticamente destruida. Sudán del Sur, flamante estado creado en 2011 con el beneplácito de las Naciones Unidas, vive ahora en permanente guerra civil. Sufre además una grave crisis alimentaria que hace peligrar la vida de cientos de miles de personas víctimas de potenciales hambrunas. El grupo Boko Haram hace de las suyas en Nigeria, las pugnas en Congo Brazzaville y Congo Kinshasa prosiguen junto con las de otros desventurados lugares del África, continente atormentado por múltiples factores. En Ucrania una parte quiere reintegrarse con Moscú mientras la otra pretende hacerlo con Europa. En Bruselas —capital belga, sede de la UE— el separatismo entre flamencos y valones crece. Catalanes y vascos procuran su independencia y Escocia pide un nuevo referendo. Diversas partes entran en desencuentros sin encontrar respuestas satisfactorias. Agreguemos el bajón económico entre los llamados países emergentes, la recurrente amenaza terrorista por ataques de células aisladas (los llamados “lobos solitarios) y el creciente sisma musulmán-cristiano, que puede hacer realidad la guerra de las civilizaciones ya pronosticada por el politólogo Samuel Huntington.
En Washington D.C. la administración Trump —más allá de sus primeras acciones— aún es una incógnita para acólitos u oponentes. México y EEUU levantan murallas. Los mexicanos tienen su propio muro en el sur para impedir el ingreso de centroamericanos. Así sucesivamente surgen problemas desde los cuatro puntos cardinales. Agreguemos al feo panorama múltiples desastres naturales y la crisis de los refugiados, que en materia de desplazamientos es tan triste ahora como lo fue la crisis de 1945. Del pasado siglo debemos agregar —y no olvidar nunca— la tragedia del Holocausto judío y el genocidio de tres millones de bengalíes abandonados por el gobierno de Winston Churchill hasta que fallecieron por inanición. En 2017 nuevas amenazas surgen ¡Qué pena! Al decir del tango inmortal, el mundo está hecho un “cambalache”, no percibo ninguna solución a corto plazo. Los cuatro jinetes del Apocalipsis continúan su macabro galope…
El autor es ex Canciller de Bolivia, Economista y politólogo -
Columnas de AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE