Día de los niños opositores
La oposición unida debe distanciarse de tretas y debates que solo benefician al oficialismo. Elaborar un único discurso que desnude fallas populistas sin caer en la pretensión evista de borrar todo lo pasado y recomenzar de cero. Sin niñerías antipáticas, ya que la gente se da cuenta de bravatas. La alternativa es que los futuros reverberos del Lava Jato adviertan de la corrupción
No sé si lo uno tuvo que ver con lo otro. Sin embargo, al día siguiente del Día del Niño en que me entretuve en una plaza pública mirando a tanto párvulo con regalos y golosinas, leí el titular que avisaba de que la oposición se uniría. ¡Por fin!, pensé. Considero la egolatría de los líderes opositores como la razón de que no fueran algo más que pichichos, ésos que caben en caja de zapatos, ladrando a un mastín gubernamental desde su respectivo cartón.
No hablaré de encuestas, que aparte de sesgos que pudieran tener, son mediciones efímeras. Sin embargo, cuentan los votos. Hasta hace poco daban pena porcentajes de opositores por separado, comparados con los del megalómano prorroguista. Con la unión de la oposición, por fin suman bloque formidable. Un párrafo de una nota lo dice todo: “al margen de cualquier especulación electoral,” tiene que darse un esfuerzo común, para fortalecer los derechos civiles de los bolivianos, “amenazados por un hegemonismo” que por 10 años desarma poco a poco “la institucionalidad republicana.”
Un indicador del efecto de tal “madre de todas las bombas”, fue la reacción del oficialismo. Una provino de Álvaro García Linera. Tal vez no sea “el padre de todas las bombas,” así le acepten sin que deba exhibir títulos, como se mofara Rubén Costas. Inclusive con la ventaja de que el Vice debatiera a los seis opositores. ¡Qué capo!, ¿no? pensaría alguna millonaria del Fondioc. Ojalá que no sea como el fiasco de la entrevista a cierta amante de Evo Morales.
Pienso que un mal endémico de Bolivia es la corrupción. Un aspecto de ella es conducir la contienda política a punta de insultos, descalificaciones y persecución judicial. El Vice, no sé si cual pura-pinta matón de barrio o impostor intelectual pretencioso, lo exhibe cuando alardea debatir con todos “para que no se quejen luego de que los he abusado uno por uno”. El ex Presidente Jorge Quiroga dice que no mellará su voluntad de debatir, y desafía que fije hora y canal.
Uno por uno, el Vicepresidente de tanto sombrero académico no tendría chance.
Se quemaría al debatir con Rubén Costas sobre la Autonomía, descarrilada por un Gobierno populista que pensó que la demanda china y los altos precios de materias primas serían para siempre.
¿Qué tal si Jorge Quiroga desnuda los claroscuros de obras deficientes o mal ejecutadas en la década desperdiciada por el populismo megalómano del régimen?
Así el Vice insulte a Carlos Mesa para solaz del gobierno chileno, llamándolo “pusilánime, indeciso, blandengue, fofo”, el ex Presidente lo revolcaría en historia: no por nada es vocero de la demanda en la Corte Internacional de La Haya.
Samuel Doria Medina tendría ventajas para pinchar espejismos mentirosos de “nacionalizar hidrocarburos”, ahuyentando inversión de empresas que se fueron a Perú, y que ahora se mendiga: el ineficiente capitalismo de Estado de un Gobierno corrupto que presume ser socialista.
Digan si Luis Revilla no acumularía casos penosos de regiones a las que retacean ingresos por ley y no pueden ejecutar proyectos, mientras que al “Evo Cumple” se le derrumban las obras.
Víctor Hugo Cárdenas acepta debatir sobre indigenismo, que no es ‘balcanizar’ el país con 36 nacionalidades. Caería el mito “indigenoide” (opuesto al “blancoide” ), porque somos latinoamericanos, variedad boliviana, mestizos cultural o biológicamente. Lo que vale es el saber.
¿Hay talento en la oposición? Sí. Se opone otro rasgo de la politiquería boliviana: la egolatría de una clase política que se guía por el bien propio, en vez del bien común de la patria. Así exista el objetivo superior de “restablecer la plenitud de las libertades democráticas”, de poco serviría volver a bloqueos, asonadas, manifestaciones y huelgas que hiciera ingobernable al país. No olviden que con tal receta se encumbró, y se eligió, al actual gobernante.
Para mí, el pegamento eficaz de la oposición sería el combate a la corrupción, salvo que los reverberos bolivianos de la Operación Lava Jato pringuen a moros y a cristianos. Un debate con un lector de 25.000 libros no debe hacerse caso. Recuérdese que el régimen de Evo Morales nunca ha debatido, por lo que la bravata vicepresidencial es una treta propagandística más. Evo rehúsa debatir, hablando de una “juntucha”: ¿por qué la oposición no apunta, con nombre y apellido, a “neoliberales” en el actual régimen “socialista”?
¿Qué se seguirá el esquema venezolano de inhabilitar opositores? Hombre, ya está en curso hace tiempo. En poco más, como en Venezuela, el régimen armará matones cocaleros o afiebrados “movimientos sociales”. Les hará versión boliviana de milicianos (ya hay casi medio millón de ellos y planean llegar a otro tanto) de los que Nicolás Maduro alardea para defender a la “robolución” , digo revolución –o ¿será “roba ilusión”?
Por lo expuesto, la oposición unida debe distanciarse de tretas y debates que solo benefician al oficialismo. Elaborar un único discurso que desnude fallas populistas sin caer en la pretensión evista de borrar todo lo pasado y recomenzar de cero. Sin niñerías antipáticas, ya que la gente se da cuenta de bravatas. La alternativa es que los futuros reverberos del Lava Jato adviertan de la corrupción.
El autor es antropólogo
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO