Alivio circunstancial
El resultado de las elecciones en Francia del domingo ha provocado dentro y fuera de Francia una sensación de alivio que, al tenerse que realizar una segunda ronda entre los dos candidatos más votados, es necesariamente circunstancial.
Definitivamente, las clasificaciones políticas tradicionales han perdido valor conceptual. Por ello es mejor, por ahora, hacer referencia a dos “corrientes” que volverán a enfrentarse en las urnas. Una, la ganadora, mantiene los ideales en una Europa unida, democrática y defensora de principios universales como los derechos humanos, frente a otra que reivindica las viejas soberanías nacionales, es explícitamente xenófoba y poco respetuosa de valores y principios democráticos y de respeto a los derechos humanos.
Lo señalado, empero, no debe ocultar la profunda interpelación de la ciudadanía francesa al sistema político tradicional, se reclame de izquierda o derecha. Los partidos que representaban ambos lados del centrismo francés han sido derrotados y, particularmente, la socialdemocracia ha sufrido una de sus derrotas más humillantes.
En ese contexto, la victoria de la corriente pro europeísta –por denominarla de alguna manera, liderada por Emmanuel Macron—pareciera que no está dispuesta a barrer los grandes avances humanitarios que ha dado Europa desde el fin de la segunda guerra mundial, en un marco, empero, de reforma política dada la necedad de crear nuevos sistemas democráticos de representación política y, sobre todo, de supervisión de que lo que se ofrece a los votantes en las campañas se cumpla en el ejercicio del poder.
Pero, no son pocos los que, más bien, alineados tras la candidata Marine Le Pen, consideran que sólo retornando al nacionalismo cerrado se podrá encontrar mejores condiciones de vida, visión que en los últimos tiempos ha ganado muchos adeptos como muestran EE.UU, Gran Bretaña o Rusia.
El próximo 7 de mayo Francia decidirá, finalmente, hacia dónde y por dónde camina…