Historia del petróleo valluno
Según un folleto que la primera compañía petrolera de Bolivia, es decir constituída mayoritariamente con capitales “nativos”, Águila Doble, publicó en 1929, dos geólogos alemanes --¿doctores?--, vinieron durante algún tiempo del año 1915 a explorar los salitrales de los valles Alto y Bajo de Cochabamba, más alrededores: Tarata, Arani, Quillacollo, Kayakayani, Cliza, tal vez Mizque, Totora y, ¿por qué no? –agrego yo y de mi propia cosecha-, ¡Pocona!
Ni las fechas nila duración que habría tenido aquella investigación geológica figuran en el texto. Tal vez la primera guerra mundial recién estaba empezando cuando llegaron, tal vez la historia fue una ficción con fines propagandísticos, al menos, cabe sugerirlo mientras los datos no demuestren lo contrario. Aclaremos. Los alemanes, aparentemente patrocinados por “un Banco alemán” –dice el folleto--, estaban buscando sales potásicas ¿Para fabricar fertilizantes, jabón, explosivos?, ¿no había otro sitio –sin ferrocarril, claro-- más próximo al mar para buscar?
Dicho texto reproduce algo de las conclusiones del informe de los alemanes: “Hemos hecho un descubrimiento de importancia mucho más grande que de sales potásicos, y es que todo el Valle de Cochabamba es terreno petrolífero”, luego, añade un extracto: “viajaremos inmediatamente a La Paz para pedir a nuestros principales en Europa la autorización de gestionar ante el gobierno de Bolivia una concesión de petróleo”.
Por otra parte, Nolasco López, en su “Bolivia y el Petróleo” (1922), corroboró el asunto. No obstante, aunque su exposición sobre la teoría geológica inherente a los horizontes petrolíferos del Valle es muy prolija, no aclara la identidad de sus autores, y menos la de sus patrocinadores. Al contrario, simplemente la atribuye al informe de unos técnicos “anónimos” que llegó a sus manos. El Valle habría sido antiguamente un mar salado, observándose todas las condiciones congruentes a los “criaderos” y depósitos petroleros nos dice, sin precisar la edad de los estratos.
Ernest Barth, Dr. en geología al servicio de la Dirección General de Minas y Petróleos (nacional), investigó los valles dos veces, una, en 1925 y la otra en 1929. Halló “albertita” en Morochata. Sus conclusiones sobre el potencial petrolífero del Valle, fueron optimistas, aunque, entre otras cosas, sugirió analizar las manifestaciones gasíferas surgentes de una profundidad comprendida de 90 a 150 metros, más o menos, para determinar la naturaleza hidrocarburífera, o vulgar –metanos pantanos, por ejemplo- de las emanaciones. Al parecer, este tipo de estudios no se realizaron en la época.
Otro geólogo petrolero, al parecer, de probado prestigio, Elías Jansson, estudio la provincia petrolífera “central” de Cochabamba. Jansson exploró seis meses en 1926, y sus estudios, implicaron, ante todo, precisiones topográficas en base a las ideas de los geólogos alemanes y Barth. Sería preciso perforar alrededor de 200 metros de sedimentos acumulados antes de llegar a la roca –algo de ciencia ficción en la época-, y continuar, perforando probablemente otros 400 metros, para llegar al petróleo…
En 1931, Águila Doble emprendió su primera perforación en Caluyo, un domo próximo a la presa de La Angostura. Sin embargo, tras alcanzar 172 metros de profundidad, no pudo seguir. ¿La dureza de la roca? Sobre Águila Doble, la compañía Standard Oil de Bolivia, dijo: “es la única que hace trabajos serios buscando petróleo, aunque minúsculo, al margen de nosotros en Bolivia”.
El autor es economista.
Columnas de JUAN JOSÉ ANAYA GIORGIS