La era de internet y la violencia digital
Datos acerca de la inseguridad ciudadana muestran que la violencia de jóvenes en Cochabamba (hacia, entre y desde) se ha ido incrementada en el tiempo. Ello es evidente cuando revisamos el aumento de las noticias sobre este tipo de hechos: jóvenes protagonizando (como víctimas o victimarios) notas sobre conflictos pandilleros, violaciones, robos, delitos comunes vinculados al consumo de alcohol y droga, involucramiento en micro tráfico, etc. aparecen como constantes en las narraciones periodísticas sobre violencias cotidianas.
Entre estas manifestaciones, la violencia digital ha empezado a jugar un papel preponderante. La reciente denuncia del juego macabro de la ballena azul es uno de los tantos indicadores que visibilizan esa tendencia, sin hablar del hecho de que según encuestas realizadas, 7 de cada 10 casos de acoso escolar se desarrollan en y desde el ámbito cibernético. Las variaciones existentes de formas de violencia digital [que incluyen desde el ciberacoso, SEXtorsión, grooming, la suplantación de identidades, la utilización de la información con fines mercantiles, la pérdida de privacidad, etc. se presentan también como indicadores de la importancia que adquiere este tipo de violencia en la vida diaria de, sobre todo, los(as) jóvenes. Más allá de las discusiones acerca de que sea “violencia digital” o no (nuevo debate en este ámbito de estudio), lo cierto es que se trata de una realidad que está llevando a algunas autoridades a querer incluso controlar las diferentes expresiones cibernéticas, siguiendo la tendencia de las políticas de seguridad ciudadana que tienden hacia la punición, control y represión, en vez de priorizar una “gobernanza de la violencia” que incentive la convivencia armónica entre conciudadanos.
Como sucede con cualquier política de seguridad, tender a la prohibición o control, por un lado no indica posibilidades de éxito (en este caso ¿cómo controlar el internet?) si no que, por otro lado, se presenta como una solución que mira un problema de era cibernética con ojos de una era pasada. El reto actual consiste en comprender y tratar la violencia digital (en todas sus dimensiones: desde la invasión de las corporaciones y gobiernos en la vida privada de los individuos, hasta las diferentes manifestaciones de delitos cibernéticos) con herramientas que devengan del mismo mundo digital. Y en eso el internet tiene una gran ventaja: su estructura flexible permite romper los controles que corporaciones y gobiernos intentan —y logran en muchos casos— instaurar, así como combatir los hechos de inseguridad ciudadana que se puedan generar. Paralelamente a la imposición de herramientas para el control del individuo por parte del big brother, se van gestando softwares libres que están dando lugar a la construcción de ciudadanos autónomos y creativos, agresivos y provocadores así como, también, defensores y solidarios, capaces de enfrentar desde las mismas redes los diferentes síntomas de la violencia digital.
En todo caso, para empezar a enfrentar estos problemas, es necesario de-construirlos, analizarlos y comprenderlos. La falta de conocimiento e información acerca de cómo manejarse y gestionar las redes sociales, es uno de los principales elementos que llevan a la violencia digital. Con esa idea es que ahora se están generando espacios de discusión entre académicos, activistas y ciudadanos comunes (como fue el evento llevado a cabo ayer en el CESU sobre, justamente, “violencia digital”) para debatir, re-pensar y proponer nuevas formas de enfrentar los desafíos que este mundo cibernético está presentando a nuestra sociedad.
La autora es responsable del Área de Desarrollo del CESU-UMSS
Columnas de ALEJANDRA RAMÍREZ S.