Recuperar la iniciativa
Con el paso del tiempo los problemas se solucionan o en otros casos se demuestra que la solución conlleva riesgo, nuevos escollos que vencer, sobre todo cuando no se han previsto las posibles salidas que podría tener el otro en discordia, cuando el entuerto pasa por acuerdos entre partes.
Cuando se presentó la demanda en el Tribunal de Justicia de la Haya para que Chile se siente a dialogar de buena fe en lo relativo a nuestra derecho a recuperar nuestra cualidad marítima, todos nos alegramos y más cuando se declararon competentes para tratar nuestro asunto. Eso se presentó como un gran logro en la larga carrera que terminará dentro de algunos años. Pero solo fue un inicio que no tocaba el fondo. Mas como fue un éxito llevó a un festejo que quizás nos hizo perder la perspectiva.
Desde esas fechas las autoridades chilenas nos vienen haciendo la vida imposible. Se frena el ingreso de los camiones, se exige el cumplimiento de esto y aquello. Y está bien que se haga cumplir las normas, aunque no es menos cierto que la rigurosidad pasa a lo que se puede catalogar como un te digo quién tiene el sartén por el mango.
Con el caso del supuesto robo de camiones en territorio chileno por parte de efectivos del Ejército boliviano y funcionarios de la Aduana, y la detención de estos por la policía chilena, la tensión llega a un nivel que no habíamos visto en la historia reciente. Es que somos incómodos y esa incomodidad nos la hacen sentir a su manera.
Me imaginaba que el Gobierno había diseñado estrategias para que las presiones transandinas puedan ser vencidas con relativa facilidad. Y pienso que si fue así pronto tendremos otro tipo de acciones que fortalezcan nuestra posición en la comunidad internacional.
Me pregunto: ¿Qué podemos hacer? Algo que se puede hacer es lo que ya decidió Bolivia, combatir el contrabando en la frontera chilena que es por donde ingresa el 70% de todo lo ilegal que se vende en el país. Con ello preservamos nuestro mercado y –si se ataca de verdad el contrabando– le crearemos un problema económico a los que viven en esa región de Chile.
Otra decisión que puede ayudar a rebajar la refriega verbal y legal, es trabajar con seriedad en alternativas que nos liberen de los chilenos en lo que hace nuestro comercio exterior. Aquí cabe recuperar las famosas “barcazas chinas” que tan solo han servido para el enriquecimiento de algunos. Con ellas podemos derivar parte de nuestras exportaciones a través de Puerto Busch.
Que nos sale caro, claro que sí pero no hay nada más caro que lo que no se tiene. Por ello es importante tratar con seriedad el proyecto del “Tren Bioceánico” y como tarea paralela, buscar financiamiento para la construcción de Puerto Busch con capacidad, garantía de trabajo continuo, que dé certeza a los exportadores nacionales.
Si estamos empecinados en construir una represa en El Chepete, con el pasivo ambiental que representa, sería mejor destinar ese dinero a mejorar nuestros accesos al mar por vías distintas al Norte de Chile. Con ello sí que los chilenos tendrían un verdadero problema, menos dinero boliviano, savia boliviana, en esa región que nos arrebataron con una invasión alevosa.
A ello debemos sumar el aporte privado tanto en la construcción de los puertos, inversiones en las zonas francas que nos dan países amigos, con lo cual se elevaría el aporte de la inversión privada en el país que tan solo llega al 20%. Por supuesto, el Gobierno debe revisar políticas económicas y abrir las puertas a las inversiones con seguridad jurídica que permitan las obras y garantizar la carga que hará económicamente viable el puerto mencionado. La liberación de las exportaciones es fundamental, pues el mercado interno es muy reducido.
El autor es periodista.
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA