Crisis climática
Los efectos del cambio climático son más notorios en las últimas décadas en todo el mundo. En Bolivia, por una parte se intensificaron las sequías en el altiplano, valle y el chaco, y por otro lado hubo inundaciones en el Beni. En las ciudades, la falta de agua en algunas zonas de la ciudad de La Paz da cuenta de la magnitud del problema. En la región de Cochabamba, una de las problemáticas más acuciantes gira también en torno al agua; tanto para el consumo humano como para la producción agropecuaria. La falta de lluvia en los últimos años disminuyó considerablemente los niveles de almacenamiento de agua en las represas que alimentan al área metropolitana y a las zonas de riego, la desaparición de aguas subterráneas, el deshielo del Tunari, el deterioro de la calidad del agua, junto a esto, la pésima administración y coordinación entre distintos organismos que manejan este recurso hídrico, han hecho de que en estos años se intensifiquen los conflictos.
Con el término de crisis climática nos referimos a la situación grave del ecosistema, colocando en peligro la vida misma, pero también nos permite reflexionar sobre nuestro presente hacia el futuro, de orientar la acción colectiva hacia los principios comunes del bienestar socio-ecológico. Esta crisis se ha originado en la intensificación de la explotación de recursos naturales y de materias primas, bajo un ideal de progreso e industrialismo inducido por los países denominados desarrollados, acoplándose actualmente los países progresistas cubiertos por un discurso de respeto al medio ambiente, sin que nadie asuma las responsabilidades.
Los compromisos internacionales, como el Protocolo de Kioto (1997) y los Acuerdos de París (2015), tienen el propósito de reducir el calentamiento global, pero no están firmados por todos los países. Estas resoluciones de nivel macro tienen poca incidencia en la sociedad, pero sí salieron algunos lineamientos para trabajar más a un nivel micro. Hoy por hoy se debate sobre las distintas estrategias de mitigación, adaptación y resiliencia para hacer frente al cambio climático, este hecho pasa necesariamente por el empoderando de los propios actores a partir de sus modos de vida.
Tenemos un ejemplo en el marco del proyecto del PIA.ACC: La capacidad de resiliencia de las comunidades andinas ante el cambio climático, coordinado por Jhonny Ledezma, que viene trabajando en comunidades del municipio de Tiraque y Arani, donde los productores campesinos han ido desarrollando distintas estrategias de adaptación y resiliencia, con el apoyo de las ONG y Gobiernos locales, como: sistemas de microriego tecnificado, semillas de ciclo productivo largo por cortos, sustitución de plantas leguminosas tradicionales por gramíneas, por otro lado, la incentivación de cultivos agroecológicos en huertos familiares, emprendimientos económicos asociativos, que tienen como propósito incentivar la cadena productiva: producción, transformación, comercialización con valor agregado. Muchas de estas estrategias, han modificado los modos de vida tradicional por otros nuevos, producto de la vinculación con la globalización, el mercado y la migración. Entender y afrontar la magnitud de la crisis climática requiere un análisis en sus diferentes niveles y la interacción entre los actores involucrados: Estado, universidad y sociedad.
El autor es sociólogo investigador
Columnas de EFRAÍN GÓMEZ LARA