Importación de autos usados, ¡ya!
La semana pasada se ha estado paseando por los medios de La Paz un funcionario de la empresa japonesa Toyota diciendo que es importante comprar los coches de esa marca en Bolivia, vale decir de su representante, porque estos coches son especialmente diseñados para el país en función tanto del clima como del combustible que se vende aquí. El hombre ha debido creer que tiene una audiencia de imbéciles que van a creerle, y así subirán las ventas de la distribuidora oficial. Y se dejarán de comprar coches nuevos, por ejemplo en Iquique, que tengo entendido resultan sustancialmente más baratos, (ojo, impuestos incluidos).
Es obvio que todo el mundo se ha reído de esa sugerencia, porque de ser así, debería haber claras especificaciones para los carros que se venden en Santa Cruz y en La Paz, dos ciudades con climas extremadamente diferentes. En realidad, la campaña del visitante le ha quitado credibilidad a la marca.
El tema es interesante porque en Bolivia, que es un país pobre entre los pobres, tenemos el ingreso per cápita más bajo de la región, se está dando el lujo de prohibir la importación de autos que tengan una antigüedad mayor a un año, y cobra unos impuestos muy altos en la importación de éstos.
Con tan bello motivo el tener un coche sigue siendo un lujo inalcanzable para muchas familias bolivianas, e implica una enorme carga económica tanto a las que pueden comprar uno, como al transporte público. Los que ganan son los dueños de las importadoras de coches, veinte familias tal vez, y los bancos que financian la compra de estos caros vehículos.
Es curioso que sea un Gobierno de izquierda el que haya estructurado un sistema de importaciones que estrangule a los más pobres en beneficio de los más ricos, pero eso es exactamente lo que ha hecho el Gobierno en este caso.
Más allá de que precisamente en un país con una densidad tan baja, un sistema de transporte público en el campo es imposible, y por lo tanto, las familias campesinas deberían poder tener acceso a un coche económico, está también la certeza de que en las ciudades el transporte público de taxis, trufis, y minibuses no sólo es el más importante, sino que es la alternativa a la falta de empleo y a los avatares de la pobreza. Es el caso del jubilado que invierte su dinerito en un coche y lo alquila a alguien más joven, o de los jóvenes que así solventan sus estudios. Conozco a padres del interior que compran a sus hijos un coche y los envían con éste para que estudien y se hagan unos pesos en sus ratos libres como taxistas. La inmensa mayoría de esas personas está dentro de las cifras de población vulnerable, y a esos se les exige comprar autos muy caros, pudiendo adquirir unos muy buenos a una cuarta parte del precio.
La prohibición vigente hace que los autos usados tengan también precios altísimos. Es ridículo que coches con más de 25 años cuesten más de 5.000 dólares y que uno similar, por ejemplo en Alemania, un auto de sólo cinco años de antigüedad cueste lo mismo.
Si hubiera preocupación por el medio ambiente, habría que aclarar que es más bien la forma actual la más contaminante porque el hecho de que los carros sean tan caros en Bolivia hace que permanezcan en las carreteras humeantes vehículos que podrían ser cambiados por otros menos antiguos. La contaminación debe ser controlada en las carreteras, o mejor dicho en un sistema periódico de revisiones eficiente y obviamente deben ser retirados de circulación los carros contaminantes.
Es un derecho de las personas poder adquirir un producto que les facilite la vida al mejor precio posible. Llámelo consumismo si quiere, pero la norma actual está haciendo trabajar a muchos más de lo debido y disfrutar menos del fruto de su trabajo. La importación de autos usados debe ser liberada ¡ya!
El autor es Operador de Turismo
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ