Los costos de la improvisación
La falta de un estadio alternativo al Félix Capriles, lo que obligará a Wilstermann a jugar en Oruro o La Paz, es una muestra más de los extremos a los que conduce el despilfarro y la improvisación
Cuando ya falta menos de un año para la inauguración de los Juegos Deportivos Suramericanos, recién están comenzando las obras para la refacción del estadio Félix Capriles de modo que ese escenario se adecue a las normas que se exigen para este tipo de torneos internacionales, lo que se constituye en una muestra más de la manera improvisada como se lleva a cabo la organización de ese evento.
Además de los inminentes gastos extraordinarios que ese modo de hacer las cosas implica, el cierre del Félix Capriles para su refacción privará a los equipos cochabambinos Wilstermann y Aurora de un escenario donde jugar sus partidos locales y también a casi 600 atletas que practican seis disciplinas deportivas como atletismo, karate, levantamiento de pesas, boxeo, esgrima y taekwondo, hasta ahora alojados en los ambientes del Capriles.
Cabe recordar al respecto que esas obras fueron postergadas durante los últimos años por el empecinamiento con que las autoridades qusieron dar prioridad a la construcción de un nuevo estadio. Una penosa realidad que da cuenta de tres infortunios locales en materia deportiva.
Ante tal situación, Wilstermann se verá obligado a cumplir sus compromisos por la copa Libertadores de América en Oruro o La Paz, pues en Cochabamba no existe otro estadio que reúna las condiciones mínimas. Y eso a pesar de que durante los últimos años se han hecho enormes gastos con ese fin. Ahí están los estadios de Chimoré, Quillacollo y Sacaba o el “monumental” de Cliza, proyectado para 35.000 espectadores, en el que ya se gastaron varios millones de dólares que hasta ahora no tienen ninguna utilidad.
A ello se suma la vasta construcción de escenarios de pasto sintético que el Gobierno central ha entregado los últimos años en cada región, sin tomar en cuenta las prioridades o necesidades que encaran no solo los deportistas, sino los barrios y municipios.
Tan notable carencia, por otra parte, da cuenta también de la falta de visión de los sucesivos dirigentes de Wilstermann que han sido incapaces de concretar la construcción de una sede en la que su plantel entrene y juegue cómodamente, y puedan atender la demandas de escuelas de fútbol.
El resultado de tanto despropósito es el peregrinaje, dependencia e inestabilidad. Tres hechos que se han visto durante las últimas semanas, cuando los veedores analizaron los estadios alternativos para albergar los compromisos que Wilstermann enfrente como local en la Copa Libertadores.
Para los partidos ligueros y los que Aurora deberá jugar en su afán de roconquistar un lugar en la Liga, se ha considerado la posibilidad de habilitar los estadios de Quillacollo o Sacaba, pero son tantas las falencias en ambos que incluso esa opción es incierta, aunque se espera que los esfuerzos que hace la Alcaldía sacabeña a última hora sean suficientes para tal efecto.
Estamos, pues, ante otra muestra más de la pésima manera como en Cochabamba está encarándose el tema de la infraestructura deportiva. Y nada menos cuando las autoridades se vanaglorian de su decisión de gastar “al menos 600 millones de dólares” para que nuestra ciudad sea sede, durante cuatro días, de los Juegos Deportivos Suramericanos.