El Arte Urbano y Cochabamba
Cochabamba, como toda ciudad presenta procesos de transformación diversos. Por una parte nuevas demandas de tierra y vivienda, servicios e infraestructura van configurando su estructura urbana; mientras por otra, el centro sufre problemas de deterioro al alterarse o modificarse el uso del suelo.
En este proceso de cambios acelerados por la migración, es necesario iniciar una serie de proyectos que contribuyan a construir la ciudad que queremos. Una ciudad habitable, donde la periferia y centro sean parte integral de ella; una ciudad renovada también por la arquitectura y el arte.
La ciudad, como expresión cultural, refleja la forma de vida de sus habitantes, y que las mismas se expresan a través de formas visibles. Por lo tanto, debemos construir nuestra ciudad, cuidando especialmente su expresividad artística, es decir, prestando atención al diseño arquitectónico, y, dentro de este principio de calidad, incorporar esculturas y elementos simbólicos en los nuevos espacios urbanos. Es importante igualmente iniciar una serie de proyectos de renovación urbanística, arquitectónica y artística de los espacios públicos existentes.
Creemos que ha llegado el tiempo de encarar las grandes obras de infraestructura que requiere la ciudad y una transformación más radical de los espacios públicos.
Es importante plantear una renovación de las actividades artísticas, a la que se incorporen también los jóvenes creadores y que reflejen en sus obras las tendencias del arte. Urbanistas, arquitectos y artistas debemos ofrecer nuestro trabajo, propugnando un alto nivel creativo.
Cochabamba es una ciudad diversa y variada, por lo tanto no debemos ignorarla en esa realidad profunda y compleja. Es importante reconocer la diversidad que representan los artistas y arquitectos. Por lo que será necesario que intervengan en la construcción de la ciudad un elevado número de ellos.
Planteamos la necesidad de una política urbanística que permita la utilización y reutilización de los muchos parques, jardines, plazas y paseos. Podemos convertir los parques y las plazas en museos al aire libre, ofreciendo una ciudad renovada a sus habitantes y al mundo (moderna, acogedora, diversa).
Que la dispersión de los emplazamientos y la variedad artística de las obras no impidan hablar de un proyecto unitario, pues todos los artistas y profesionales debemos trabajar a partir de pautas bien definidas y compartidas.
Construir obras que se distribuyen entre los “barrios donde se registren importantes intervenciones urbanísticas, que, además de unir el entramado urbano de la ciudad para crear una continuidad, dignifiquen los grandes espacios con una aportación de carácter cultural”.
No hay que impedir espacios para obras tradicionalmente clásicas, y tampoco a la recuperación de algunas que no estén visibles y dignificar otras ubicándolas en nuevos emplazamientos.
Centro y periferia deben compartir el arte, en las calles y plazas; “al mismo tiempo, vinculado muy directamente con su entorno, para contribuir a mejorarlo”.
Las comisiones de arte o de escultura en otros países son de larga tradición como la de la ciudad de Nueva York creada en 1898; son instrumentos claves para aclarar y sanear elementos de distorsión. Una comisión poco cuestionable permitirá que las políticas de arte público se asienten sobre bases sólidas y puedan responder de modo coherente a las propuestas solicitadas.
A la hora de seleccionar qué obras deben instalarse en el paisaje urbano podríamos decir que las mismas se concentren en acercar el arte a las personas, en combinar la actuación de artistas nativos y foráneos, en generar un diálogo entre las esculturas y el entorno físico donde sean emplazadas, en que las obras reflejen el pasado y al mismo tiempo sean un símbolo de modernidad y supongan una metamorfosis urbana.
El autor es arquitecto.
Columnas de GUIDO TERRAZAS MONTERO