Sí, el cartero siempre llamaba dos veces
En su época (1934) la novela de suspenso escrita por James Cain, “El cartero siempre llama dos veces” causó furor y problemas. En Boston (EEUU) su venta quedó prohibida por contener violencia y erotismo, según definición de las autoridades de esa época. Luego Hollywood llevó a la pantalla dos versiones, una en 1946 con Lana Turner y otra en 1981 que tuvo a Jack Nicholson y Jessica Lange como principales actores. Pero por encima de esta brevísima reseña, lo importante es el título, el que era totalmente cierto en la realidad concreta y lo fue por muchos años más, en algunos casos es válido hasta hoy o lo fue hasta hace muy poco. Recuerden: el cartero siempre llama dos veces.
Todo cartero que se preciaba en el pasado siglo XX de ser bueno en su oficio, siempre tenía que tocar el timbre o la puerta como mínimo un par de veces. Alguien en la casa podría estar distraído o en el baño, tal vez en el patio del fondo; mejor tocar dos, tres o varias veces, para cerciorarse y entonces poder entregar la correspondencia o, caso contrario, informar a la superioridad que pese a llamar en repetidas ocasiones nadie se encontraba en el domicilio y por eso no se pudo entregar el correo.
El cartero del pasado ha quedado casi totalmente extinguido por el auge de modernos medios de comunicación y por los llamados “Courier”, empresas especializadas que entregan bienes o correspondencia puerta a puerta con eficiencia y prontitud. Entre el correo electrónico, los teléfonos fijos, los celulares, mensajes de voz, mensajes de texto y el auge de los sistemas de mensajería instantánea tipo “WhatApp” o “Snapchat”, las cosas se han hecho fáciles y rápidas. Pero pese a estos notables adelantos he notado una gran falla, la que cada vez resulta más y más molesta. He aquí una paradoja: aunque hoy existen muchísimas formas de poder comunicarse, en varias ocasiones eso no es posible. ¿Y saben por qué? Porque la gente se olvidó de que el cartero siempre llamaba dos veces y no hace hoy lo mismo mediante las diversas modalidades que tiene a su disposición. Me explico: si se llama por teléfono fijo o móvil a alguien y no responde, mejor es cerciorarse y volver a llamar, tal como lo hacía el cartero del pasado y como debe hacerse hoy hasta por sentido común. Si aún no hay respuesta, en lugar de colgar puedo dejar un mensaje de voz. Y luego enviar un mensaje de texto o usar el WhatApp o su colega menor el Snapchat. Sin embargo, muy pocos lo hacen, ya sea por simple flojera o por falta de educación y eso puede llegar a ser indignante, hasta perjudicial.
Hoy en día muchas empresas tienen celulares corporativos. Si alguien nos llama desde allí y no deja ninguna pauta, ningún mensaje, es casi imposible devolver la llamada a un sitio que alberga muchas personas. Es más, resulta molesto el andar preguntando quién llamó o de qué se trataba, sobre todo cuando hay urgencia o temas pendientes. Y mayor bronca aún al saber que hay tantas maneras de dejar un mensaje… Por eso creo que todos debemos recordar que el cartero siempre llamaba dos veces. Y aplicar la receta, válida para nuestros días con las muchas herramientas tecnológicas que tenemos al alcance. La buena educación y la eficiencia así lo demandan.
El autor es excanciller de Bolivia, economista y politólogo
Columnas de AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE