Cochabamba exige oídos
Cochabamba tiene desafíos como el del reciclaje de la basura, la defensa del medio ambiente, particularmente el aire, el transporte, entre los principales que exigen acciones sólidamente concertadas , lo que sólo es posible si creamos capacidad de dialogar
Constituye una responsabilidad cívica ineludible insistir, así sea que se pueda caer en la impertinencia, en la necesidad que tiene Cochabamba de que sus autoridades democráticamente elegidas en los niveles departamental y municipal, y los diferentes movimientos organizados de la sociedad puedan dialogar y acordar políticas públicas que permitan enfrentar con posibilidad de éxito los graves problema que la región enfrenta.
Ello en un escenario en el que ha habido, sin duda, una retroceso en lo que se refiere a la predisposición al diálogo de los diferentes sectores de la vida pública, actitud que, por lo demás, no logró arraigarse sólidamente desde 1982, año en que optamos por el sistema democrático como forma de gobierno. Más bien, lo poco que se avanzó fue duramente detenido e incluso revertido desde 2006, por una serie de motivos que no viene al caso analizar ahora.
La aclaración es importante porque, de lo contrario, no es fácil comprender la incapacidad de los actores mencionados de acordar una agenda de prioridades de la región, agenda que, por un lado, no afectaría las legítimas diferencias de orden político-ideológico existentes; al contrario, esta actitud podría generar más simpatía en la población que es la que sufre en forma directa la falta de resolución de los problemas. Por el otro lado, permitiría distribuir con más eficiencia los escasos recursos humanos y económicos existentes.
Es en ese contexto que Los Tiempos invitó a las autoridades de la Gobernación del departamento y del Gobierno Municipal de Cochabamba, así como a representantes de algunas agrupaciones ciudadanas interesadas en la preservación del medio ambiente y de algunas OTB del área de influencia de la laguna Coña Coña para debatir las soluciones que se pueden dar a su evidente descalabro ambiental.
Ha sido una experiencia muy ilustrativa sobre la existencia de susceptibilidades muy fuertes y, por tanto, desconfianzas profundas, que impiden un diálogo fluido, pues estas características hacen que en casi todos los participantes predomine la actitud de hacerse escuchar antes que de escuchar.
Pese a ello, el encuentro se dio y, como se lee en la reseña del mismo que Los Tiempos publicó el domingo pasado, si bien hubo discrepancias, y no pocas, apareció, primero, el compromiso de socializar información; segundo, que es preciso evaluar permanentemente la forma de adoptar decisiones en el ámbito estatal (en este caso, Gobernación y Municipio), pues hay una fuerte dependencia de prisiones foráneas que poco ayudan a diseñar políticas de largo alcance.
Un tercer aspecto es la necesidad de establecer los alcances y límites de las de las autoridades y de la sociedad en la ejecución de proyectos que afectan a la comunidad, y que una condición básica para ello es hacer, sobre la información proporcionada, un riguroso y responsable seguimiento.
Hay que insistir en que Cochabamba tiene desafíos como el del reciclaje de la basura, la defensa del medio ambiente, particularmente el aire, el transporte, entre los principales que exigen acciones sólidamente concertadas, lo que sólo es posible si creamos capacidad de dialogar.