Hacia una pedagogía cibernética
Lo que se lee en el titular suena en nuestro medio a ciencia ficción, por lo fantástico que es siquiera imaginar el ingreso de la tecnología digital en las aulas. En alegoría, puede ser como colocar un móvil de bolsillo con música junto a una vitrola a cuerda manual de antaño. En varios aspectos nos hemos quedado en el tiempo de las vitrolas. Nos rodea un sistema que achicó el mundo y borró las fronteras geográficas, pero aún no se ha sistematizado su aplicación.
En poco tiempo han desaparecido las ruidosas máquinas de escribir para ser reemplazadas con las computadoras. Luego vino la “epidemia” de los celulares, como una avalancha incontenible. Ahora es difícil imaginar a un o una jovenzuela sin que porte en la mano su móvil personal, con música o con series de juegos distractivos. Diríase que llevan metido en su bolsillo el mundo entero, con lo bueno y lo malo que tiene hoy. Uno de sus efectos negativos está a la vista: el estrago de la adicción. Y no obstante, otros problemas urgentes sustraen la atención.
Con la novela El delirio de Turing (2002), Edmundo Paz Soldán ganó el V Premio Nacional de Novela, publicada bajo el sello editorial de Alfaguara. En ella narra las acciones de personajes como Kandinski y otros hackers, “que sólo pueden enfrentarse a la realidad a través de una pantalla”. Se apartó el novelista, en ese momento, de la temática tradicional; parecía ser una ficción estrambótica, pero a poco tiempo ese drama de suspenso ha cobrado actualidad; hoy las condiciones están dadas para que el tal suceso ocurra. El que un espionaje cibernético ruso lo tenga enredado a Trump, es un ejemplo. La prensa informa casi a diario sobre la amenaza de “un nuevo ciberataque masivo”.
Esa es la cara cuestionada. Pero hay otra que a manera de “avance” revela su promisoria presencia. En fecha reciente, se inició en Cochabamba el Programa Impact Lab que comprende el uso de aplicaciones educativas de Google, financiado por la Embajada de los EEUU en Bolivia. Está principalmente orientado a los docentes de colegios y universidades con duración de un año virtual. Esa innovación mejorará sustancialmente el aprendizaje y el pensamiento crítico. De ese ámbito inicial puede provenir un gran aporte para la educación boliviana en general, porque allí tienen las condiciones materiales y administrativas para ello.
Lo que se llamaría “Pedagogía cibernética del siglo XXI” está todavía comenzando. Sin embargo, sus posibilidades potenciales y sus herramientas ya están expandidas por todo el mundo, bajo diversas formas de aplicación en instituciones que requieren rapidez y precisión en sus operaciones. El que se anuncie su inclusión en las escuelas y colegios, bajo un sistema digital, ya es un gran paso. No sólo se trata de introducir aparatos en la vetusta estructura tradicional sino de dar el salto cualitativo hacia otro rango; de iniciar otro proceso en consonancia con el tiempo moderno.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS