Peligroso aislamiento
Aislado o no, el país no soportaría que se trate de imponer modelos de corte autoritario, La ciudadanía ha optado claramente por el sistema democrático como se comprueba sistemáticamente desde 1982
De un tiempo a esta parte, pareciera que el Gobierno está perdiendo una cualidad que le ayudó mucho a su propia legitimación: su capacidad de sentar presencia en el ámbito internacional, particularmente por su adhesión a principios como el respeto al sistema democrático, la defensa del medio ambiente, el acceso de la población a los servicios básicos y los conceptos de multiculturalismo.
Los evidentes cambios de ciclo que estamos viviendo, sin embargo, pareciera que no han sido captados en su real profundidad en las esferas del poder. De hecho, los Gobiernos de los cinco países vecinos tienen difieren radicalmente de la posición político-ideológica del nuestro; proyectos de integración como ALBA y Unasur han perdido la fuerza que tenían cuando detrás de ellos estaba la Venezuela del fallecido presidente Chávez y un Brasil emergente, respectivamente.
A ello se debe agregar la crisis que atraviesa la izquierda latinoamericana por el fracaso de las gestiones gubernamentales en las que participó activamente, particularmente en el caso de Venezuela. En los pasados días se ha podido constatar esta situación, como señalamos en nuestro editorial del pasado jueves, al observar el fracaso del otrora influyente Foro de San Pablo, reunido en Nicaragua, frente a reconocidos intelectuales reunidos en Uruguay, quienes sostienen que en aquel país la lucha no es entre imperio y nación ni izquierda y derecha, sino entre una dictadura militar y la población. O en la visita de Estado que el mandatario colombiano realizó a Cuba, donde se reunió con su homólogo para tratar temas de interés bilateral, particularmente el proceso de paz en el que Cuba tuvo mucha participación y, probablemente, la situación venezolana.
En ese nuevo escenario, el Gobierno reacciona ignorando los cambios que ya se han dado y que se avecinan, lo que puede provocar que el país se aísle aún más. Su último periplo por Nicaragua, Cuba y Argentina expresa lo señalado. A todos los lugares llevó la bandera del apoyo incondicional al Gobierno venezolano, cuando incluso varios de sus socios ideológicos ya lo cuestionan. En Cuba, fue recibido por funcionarios de segundo y tercer nivel, y en Argentina fue el único mandatario que no suscribió la declaración del Mercosur exhortando a Venezuela a resolver sus divergencias en paz y democráticamente.
Se trata de síntomas de que al país se lo puede ir aislando de los escenarios internacionales en los que debemos participar activamente.
De ahí que sería importante que el Gobierno reflexione en forma serena y dando prioridad al interés nacional antes que a posiciones ideológicas (que, por lo demás y como muestra el mundo, rápidamente pueden cambiar) sobre su política exterior. Tenemos intereses muy importantes y legítimos que defender, como el proceso en La Haya, que exigen adoptar una actitud de esa naturaleza y, además, tenemos países vecinos que muestran que sí saben qué les interesa de Bolivia.
Como colofón también hay que insistir en que, aislado o no, el país no soportaría que se trate de imponer modelos de corte autoritario no sólo porque la práctica ha comprobado que éstos sólo conducen al colapso social, económico, cultural y social, sino porque la ciudadanía ha optado claramente por el sistema democrático como se comprueba sistemáticamente desde 1982.