Otra vez
Pocos eran los que pensaban que el Órgano Ejecutivo se iba quedar de brazos cruzados en su intento frustrado de ingresar al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). La OAS no pudo llevar a cabo la carretera ni siquiera con el apoyo del expresidente Lula que estuvo en nuestro país con tal misión.
Los 400 millones de dólares aprobados por el banco de desarrollo del Brasil quedaron ahí, aunque poco se sabe de cuánto se desembolsó y cuánto se pagó por la operación abortada que debería unir Beni con Cochabamba. Unión que los benianos queremos porque es importante esa vía para abaratar costos y dejar una dependencia productiva-comercial que perjudica.
Los indígenas de tierras bajas y quienes viven en ese territorio se opusieron a la construcción de la carretera porque están convencidos que su hábitat será dañado, porque nadie les saca de la cabeza que los cocaleros tomarán su tierra e introducirán el cultivo de una planta que no es parte de ese espacio ni de sus costumbres. Saben que con esa práctica llegarán otros que avasallarán el bosque y que el tráfico de cocaína les traerá dolor y luto.
También son conscientes de que la actividad ilícita de los narcotraficantes, la explotación de hidrocarburos y otras actividades, contaminarán sus ríos, y por tanto la riqueza piscícola. El agua dulce cada vez más escasa hay que preservarla.
Por ello propusieron el proyecto que luego se transformó en la Ley 180 que declara la intangibilidad de esa área que posee un doble estatus para su conservación, el de territorio indígena y parque nacional que obliga a las autoridades a cuidarlo.
Ahora el poder vuelve a la carga y ya hay voces indígenas que piden la abrogación de la Ley 180 y plantean otra que conlleva en su título una contradicción, pues al mismo tiempo que se la llama de protección se incorpora el concepto de desarrollo integral del Tipnis. Este último no sólo que permite la construcción de carreteras sino la instalación de industrias. Y claro que pueden ser de todo tipo.
En ese territorio ya hubo explotación y hay sendas porque la madera por algún lado debía salir, pero eso se lo hizo en el pasado cuando la defensa de la Madre Tierra no había llegado a la ONU de la mano de Evo Morales. En la actualidad estamos en el régimen de los indígenas, en los que aman el valor de la tierra y la pertenencia del hombre a esta. Por eso llama la atención que se quiera tomar el Tipnis sin asumir que allí hay de los suyos, o es que los de tierras bajas son prescindibles.
El ecosistema es frágil en esa zona. Cualquier desequilibrio medio ambiental afectará a todos, al Chapare, al Beni, a Bolivia que verá modificarse el sistema de lluvias y por tanto de la agricultura como la conocemos en esta época. Y eso debe valorar el Ejecutivo, pues podrá imponerse e invadir esas tierras mas el desastre será el vencedor final.
Carretera, por supuesto que sí. Pero una que permita el acceso sin mayor daño al medio ambiente, al curso natural de las aguas. Una carretera que deberá ser en una gran parte de su extensión un viaducto que permita la unión de dos economías complementarias como la beniana y la cochabambina, y del Beni al país sin necesidad de transitar más que lo necesario. Lo que implica vender carne faenada, por ejemplo.
La gente que habita el Tipnis tiene derecho al desarrollo, por supuesto que sí. Ahora, qué tipo de desarrollo, cuál la visión, cómo hacerlo. Y un ejemplo lo tenemos en Costa Rica que vende naturaleza preservando hombre y medio ambiente en una conjunción de intereses, con resultados positivos.
El autor es periodista
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA