Las ciudades intermedias, el reto para el desarrollo
¿Qué se puede hacer en un país de gran territorio, poca población y que no ha resuelto su estructura de servicios básicos ni seguridad alimentaria?
Lo primero, identificar las necesidades de donde vive la gente. La tentación natural es analizar las ciudades grandes por la masa poblacional existentes en ellas y las consecuencias políticas que tiene su desatención. El no recoger la basura en una ciudad de 500.000 habitantes tiene un impacto político distinto que la falta de servicios de salud en 80 municipios que suman esa misma cantidad, pero dispersos en la distancia.
Esa necesidad de resolver urgencias de manera improvisada, multiplica las complicaciones y pasa, de lo urbano a lo ambiental. Los vertederos, lugares inmisericordes que acumulan desechos y arremeten contra los niveles freáticos, están haciendo que la búsqueda de agua dulce sea cada vez más profunda. Esta descripción que no tendría que asombrar a nadie, es lo que ocurren en 339 lugares, los 365 días del año.
Y mientras tanto, Bolivia se vuelve importadora de alimentos básicos que no se empata con el discurso en las tribunas internacionales. Los mercados de distribución de alimentos, ofrecen una parte de productos que tienen un origen distinto de nuestras zonas productivas.
La búsqueda de respuestas científicas y oportunas, nos ha llevado a descubrir una categoría que también está en los discursos, aunque sin contorno definidos: ciudades intermedias. En Bolivia, representan 74 municipios que tienen una población entre 20.000 y 100.000 habitantes.
Para focalizarlos más, hemos excluido de ese número a aquellos municipios que están en las tres áreas metropolitanas y quedamos con 51. Y volvimos a realizarnos la pregunta inicial, esta vez, con toda la intencionalidad: ¿Y qué función tienen las ciudades intermedias en Bolivia?
Más allá de la clasificación por el número de habitantes, ninguna. Si revisamos su ubicación, están distribuidas en todas las geografías del país y no parece que tendrán otro destino más, que seguir alimentando la migración hacia las ciudades capitales, principalmente el eje central; como destino idealizado, el departamento de Santa Cruz, y más todavía, el Urubó. La oferta de ilusiones está haciendo que la zona denominada Urubó, ya está llegando en ofertas inmobiliarias hasta cerca de Buena Vista…
Hemos encontrado que las ciudades intermedias deben cumplir 3 condiciones básicas para convertirse en referencia de desarrollo territorial. Deben ser Nodos de Servicios Públicos, contar con áreas de seguridad alimentaria y desarrollar capacidades económicas y emprendimientos sociales que fortalezcan la cohesión social, y la palabra es el turismo sostenible. Esta es la ruta.
Damos la bienvenida a Carlos Hugo Molina, cuya columna Ágora Republicana se publicará en este espacio los martes.
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA