Raúl Rivadeneira Prada
No hace mucho que se apagó la vida de Raúl Rivadeneira Prada, periodista, escritor y académico de excepcionales prendas de talento. Setenta y siete años habitó la tierra y vivió con ferviente intensidad cada jornada, porque sabía que “La vida es apenas una fugaz ilusión y la muerte la única realidad definitiva”. En mayo último Raúl fue al encuentro de esa misteriosa realidad. Nadie sabe lo que hay al otro lado; pero es evidente el dolor que causa toda partida.
Algunas facetas de su existencia han dejado honda huella. Generoso en sus relaciones de amistad y mano abierta en toda circunstancia, incluso para los que no eran propiamente sus amigos. Leal y consecuente, sabía valorar con suprema unción la familia como núcleo afectivo de la sociedad. Cuando el azar de la vida le puso en el trance de probar su integridad moral, supo responder sin vacilaciones. Un gran carácter gobernó siempre su vida pública y seguramente también la privada.
Periodista profesional, en todas sus páginas se muestra de forma inequívoca el estilo directo, transparente e incisivo; sabía matizar con humor algunas vivencias azarosas de la vida. Leerlo como escucharlo fue siempre un ameno momento de expansión jovial. Desgranaba en los coloquios culturales y disertaciones públicas un inmenso bagaje de preparación. No se sabe que hubiera escrito versos, pero había en su lenguaje y su sensibilidad una recóndita vena poética.
Publicó alrededor de una treintena de libros con temática varia, pero relacionados con el ensayo, la comunicación y el periodismo. Enseñaba desde la pluma y la cátedra todo cuanto había cosechado en su larga trayectoria de investigador. Varias universidades nacionales y extranjeras resaltaron su valioso legado utilizando como textos de estudio en la carrera periodística, recomendados por su claridad didáctica, su estilo sobrio y preciso. Se ha afirmado que existe cierta proximidad entre la literatura y el periodismo; Raúl demostró que eso es cierto.
No fue militante de partido, pero no le fue indiferente lo que sucedía en la política. Se puede ver en su libro “La guerra de los insultos” (1980) una muestra de sus agudas observaciones críticas. En el libro “El grano en la espiga” (1997) demuestra su aptitud analítica combinando la sobriedad esencial del tema con el ameno donaire del estilo. ¡Cuánto sabía Raúl! Al recorrer esas páginas uno se da cuenta de su inmenso bagaje cultural. Como crítico, su esfuerzo estaba principalmente orientado a valorar obras y autores de la literatura boliviana.
Tal vez sería incompleta esta breve semblanza si se obviara un pasaje gris que de algún modo afloró, en su momento, a conocimiento público. A raíz de su actitud combativa, Raúl fue perseguido y exiliado varias veces. La vida política del país siempre ha sido como una jungla “con alimañas venenosas”. Y no obstante lo amargo que es el no poder volver, como le sucedió alguna vez, Raúl no abdicó nunca de sus principios; supo sobrellevar con entereza y dignidad el maltrato de los esbirros.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
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