¡La Patria!
Otro aniversario de la “paaatriiia” como algunos gustan pronunciar, pero por más entonación que le pongan al final no deja de ser la patria que pocos valoran como tal, como elemento aglutinador de los que habitamos en ella. Para otro tanto es esa caja mágica proveedora de recursos que son destinados —en buena parte— al beneficio de sacrificados servidores públicos, de autoridades que deberían vivir de su salario.
Pero ahí está la patria. Hoy le rinden homenaje en Cobija. Que bien, pero sería mejor si el monto gastado en el traslado de los asambleístas nacionales, la burocracia gobernante, se haya invertido en una obra pública capaz de solucionar un problema, uno solo, de los bolivianos que habitan esa parte de la república de Bolivia. Estoy seguro que el gozo de nuestros hermanos hubiese sido de magnitud, mucho más que ver desfilar a elegantes ciudadanos frente el Palco de Honor y después mirarlos matar el calor con alguna fría bebida espirituosa, esperamos en territorio nacional y no en los negocios de la ciudad brasileña donde los pandinos acuden en búsqueda de atención en salud, por ejemplo.
Pero ya que están allí, ojalá que se les ocurra darse una vuelta por el vecindario ajeno y preguntar cómo se maneja el sistema público de salud, cómo viven los bolivianos en esa parte del Brasil, qué limitaciones y que beneficios tienen gracias a los contribuyentes brasileños. Y qué damos en contraparte.
Sería bueno que pregunten si aún hay bolivianos refugiados. Claro, porque muchos salieron después de los sucesos de El Porvenir. ¿Se recuerda? Algo hay que hacer si aún hubiese alguno, pues en el día de la patria un acto de humanidad se podría cometer. Con seguridad que la patria respirará aliviada, ya que toda madre quiere bien a sus hijos.
Después de escuchar el mensaje del Presidente, de empaparse de lo bien que nos va, sería bueno que contrasten esos datos con la realidad de los pandinos. Será que allá el progreso, el desarrollo, es igual, mejor o peor de la Bolivia en cifras y propaganda que nos presentan, o los éxitos tan solo son un anhelo que esperan hacerlo realidad en algún momento de su existencia; mejorada en muchos aspectos porque se avanzó y eso es innegable. La pregunta: ¿es sostenible, corresponde el monto en función a la calidad? Pues eso es lo que deberían responder los asambleístas ya que una de sus funciones es fiscalizar.
Cuando usted amigo lea estas líneas ya estará enterado de las cifras, de los logros de la gestión gubernamental, y podrá hacer el ejercicio de comparar el discurso con la realidad. Vaya por las calles de su ciudad, visite el área rural, pregunte en los mercados de dónde son los productos que consume, dese una vuelta por los hospitales públicos y observe el rostro de quienes esperan una ficha, de quienes salen de los consultorios y de los que hacen fila en la farmacia del nosocomio, del seguro social, y obtendrá respuestas.
Los asambleístas están en la obligación de hacerlo, pues los viáticos que salen de nuestros impuestos para que hayan ido a Cobija a sesionar sólo serán bien recibidos y gastados, si en los próximos días debaten en las sesiones diarias lo que han visto, lo que han experimentado. No es tarea única de los diputados y senadores de oposición, es también de los oficialistas que deben ser honestos con sus bases, con su instrumento político, con el objetivo fundamental de consolidar lo bueno, mejorar lo que está mal y erradicar aquello que hace daño a la patria que festejamos el 6 de Agosto y que debería ser el fruto de nuestros desvelos todos los días; porque ella somos nosotros. ¿No le parece?
El autor es periodista
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA