Cochabamba: grande es tu pecado para ser crucificada por tus hijos
El título del presente mensaje es un alegato a la conciencia de los habitantes de este hermoso valle ante las continuas agresiones al medio ambiente y sus recursos, que sabiamente le fueron prodigadas por la naturaleza, y que pronto se convertirá en un erial. El famoso axioma del buen vivir (postulado político demagógico) entonces ya no tendrá aplicación. Son también actores de esta agresión los comerciantes y especuladores del suelo urbano por su descontrolada acción y la de los constructores de edificios de apartamentos que van degradando al máximo la calidad de vida, en la intención de sacar el máximo rédito económico; todo ello con la complicidad de las normas urbanísticas y de construcción aplicadas a través del irregular e incompetente accionar de quienes tienen a su cargo aprobar controlar y fiscalizar los proyectos de estos emprendimientos.
Las instituciones llamadas por ley para planificar, ejecutar y controlar el desarrollo integral de nuestra ciudad y su territorio inmediato, lamentablemente carecen de la capacidad técnica profesional y de compromiso moral y ético para intervenir en esta problemática.
El parasitismo político casi por asalto, disfrazado de democracia toma la conducción de instituciones y organismos y deciden la suerte de nuestra región y su entorno. Muy poco podemos esperar de su accionar, ya que su principal preocupación a la fecha parece ser cuánto podrán medrar de las arcas de las entidades donde prestan su servicio público.
El panorama anterior ha hecho crisis la anterior semana cuando manos criminales han incendiado los bosques del Parque Nacional Tunari en una extensión considerable, que será muy difícil reponer en mucho tiempo. Al margen de este hecho lo preocupante es la respuesta de las autoridades a cargo de alcaldías y gobernación, incluida la Policía que poco o nada hicieron para coadyuvar y apoyar a la labor de los miembros del SAR, bomberos y voluntarios que con recursos precarios hicieron lo posible para controlar estos incendios, mientras que los llamados a colaborar en esta situación brillaron por su ausencia o mejor dicho se preparaban para brillar en la fiesta de Urkupiña.
Año tras año se repite esta historia. Creo que es el momento de emprender una tarea seria de prevención planificada y no esperar a que se produzcan los incendios para recién actuar.
Existen leyes y disposiciones que facultan a las autoridades regionales a intervenir en estas tareas, como también sancionar ejemplarmente a los delincuentes que cometen estos crímenes ambientales. Tal como ocurre apagado el fuego, todos nuevamente felices y contentos hasta un nuevo incendio donde se desgarran sus vestiduras lamentándose del nuevo desastre. Así es el círculo vicioso de la incompetencia de los entes responsables para preservar y cuidar la “Madre tierra”.
Lo mismo ocurre con la laguna de Alalay, Quenamari, Coña Coña y otras reservas ambientales y recientemente con el Tipnis donde la política y sus líderes han condenado a una muerte segura a una fuente de vida y equilibrio del ecosistema que provee el oxígeno y la generación de manantiales de agua, flora, bosques y fauna únicos en el mundo.
Es inadmisible que alguien que ha firmado leyes de protección a estas reservas ecológicas con la mano, ahora borre con su codo lo comprometido y pisotee el respeto a su propia investidura.
Han decepcionado las declaraciones del presidente de los empresarios y del rector de la UMSS, el primero dedicado a la minería, pensando sólo en el rédito personal y de grupo, el segundo un académico con formación especializada, es PhD químico inexplicablemente apoyando la carretera con el eslogan del desarrollismo. ¡Qué pena!
El autor es arquitecto
Columnas de JAIME MACEDA PACHECO