Etnocidio y ecosuicidio
Sancionada la repudiada ley, el etnocidio indígena y el ecosuicidio del Tipnis se han consumado. Una acción de inconstitucionalidad no revertirá la nueva ley, porque el TC no es suficientemente autónomo y honesto para dilucidar el conflicto y el régimen demostrará que efectuó la “consulta”; además, es una competencia privativa del Estado la administración del patrimonio y la política sobre tierras y territorio, y es de su competencia exclusiva establecer el régimen general sobre biodiversidad y medioambiente para su gestión y administración con el objeto de orientar el desarrollo sustentable del país en beneficio de todos.
La depredación del Tipnis no ha comenzado. El Tipnis viene en paquete maligno, el objetivo es transformar tierras públicas y protegidas en tierras privadas para la explotación y el lucro de unos pocos. Hoy, sólo cabe demandar y presionar la necesidad de reorientar un trazo alternativo, de lo contrario, el Régimen continuará la construcción del camino por el centro en régimen de suspensión de la ley, lo que causará un proceso de desestructuración del Tipnis. Tanto las tierras indígenas como las unidades de conservación son tierras públicas y a los pueblos indígenas les cabe el usufructo. Sin ella, se condena a pueblos enteros a la muerte física y cultural porque se decreta la orden de desalojo y/o expulsión, y como consecuencia su extinción y aniquilación total con el tiempo. Sin la tierra de sus antepasados, un indígena no es. No existe. Su muerte cultural, no duele.
La nueva ley es un proyecto de ocupación promovido por el régimen que provocará la tragedia de la invasión de las tierras indígenas por cocales, la libre compraventa de la tierra, el arrendamiento a no indígenas, el crecimiento indiscriminado de núcleos urbanos, de propiedades rurales, la desprotección arbórea, los asentamientos y la construcción de infraestructuras. En el orden sociológico, los indígenas se debilitarán más, se fragmentaran socialmente, su capacidad productiva llegará a cero, los conflictos y prejuicios aumentarán.
Un análisis de la situación de la selva muestra que las interferencias humanas, como la tala selectiva, los incendios o la presión de la ganadería y la agricultura provocarán tanto daño que el bosque dejará de existir. El fuego y/o la tala causan cambios fundamentales en la estructura forestal, reduciendo la biomasa, el conjunto arbóreo y alterando el microclima del lecho del bosque. Las pérdidas de vidas de peces, animales, aves, plantas y la contaminación de los ríos, será inevitable. Los esfuerzos para impedir la tala y reducir la deforestación no bastarán. El Estado es y será incapaz de controlar y fiscalizar para impedir la explotación depredadora y proteger la biodiversidad.
El golpe contra su propia ley anterior, ha sido consumado en la ALP. Para que se dicte, se necesitó precisamente que usted lector muestre desinterés. Como sabemos, vivimos en el país del hecho consumado.
Como ninguno de los actores implicados está preparado para la complejidad económica, social, étnica y de relaciones públicas que vienen a continuación, va a haber allí una superposición de impactos a considerar. Para atenuarlos, sólo legislando un “Plan de Emergencia” es estratégicamente recomendable para definir un conjunto de medidas anticipatorias indispensables como condiciones para la viabilidad del futuro del Tipnis, con un vigoroso plan de protección territorial y un programa de etnodesarrollo.
El autor es abogado.
Columnas de WALDO RONALD TORRES ARMAS