Todo mal…

“Que de acuerdo a las características que presenta el orificio de entrada en escápula (omoplato) izquierda, el mismo es compatible con un disparo realizado a larga distancia”, se lee en el Informe del IDIF del 2 de agosto referido a los hechos delictivos que derivaron en muerte en EuroChronos, en la ciudad de Santa Cruz.

No hay vueltas: el disparo que acabó con la vida de Ana Lorena Tórrez Torrico, no salió del arma de los asaltantes; consecuentemente, salió del lado de quienes pretendían reducir a los delincuentes.

El Ministro de Gobierno, en vez de dar certidumbre del trabajo del único Instituto de Investigaciones Forenses del país, anunció que pedirá un informe a la Policía, desahuciando el Informe del organismo técnico y abriendo un manto de dudas acerca de los trabajos del mismo y una cuestionante: si el Gobierno cuestiona a esa institución del Estado, ¿por qué un delincuente cuya responsabilidad fue refrendada por el IDIF debe aceptarlo? ¿Estaremos pronto frente a un desfile de interpelaciones al Instituto, sólo porque el Ministro intenta sacar responsabilidades a la Fuerza que depende de él?

Y no es que uno busque la “culpabilización de la policía”, porque eso sería el acabóse; muy por el contrario, se trata de que se asuma responsabilidad de Estado y se actúe en consecuencia. Lo que se pretende es que desde el Gobierno se entienda que estas fallas operativas de la policía se deben a que desde el Estado (todos los Gobiernos) se desatendieron los requerimientos de seguridad y lucha contra la violencia criminal de la Sociedad del Siglo XXI, una sociedad que necesita la tecnificación y especialización de los cuerpos de seguridad del Estado y eso se logra encarando la tarea policial desde un punto de vista técnico, especializado y dejando de lado el rol que, en todos los Gobiernos se le ha asignado, es decir, el rol de policía política, o de policía al servicio del Poder y no del Estado y la Sociedad.

En el operativo citado murió un policía por el disparo de un delincuente y eso no puede quedar como un hecho más en el que un policía muere en cumplimiento del deber, porque nadie en su sano juicio espera que los policías sean abatidos por los delincuentes; lo que se espera es que los policías no mueran y logren reducir a los delincuentes con el menor número de víctimas fatales posibles, pero, ¿cómo se va a lograr aquello si los policías deben salir a enfrentarse a los delincuentes con indumentaria que no los protegerá? ¿Si su capacidad de fuego es inferior a la de los delincuentes? ¿Si no se conforman equipos especializados para combatir la delincuencia del siglo XXI que está cada vez mejor pertrechada?

A veces dejamos de mirar el todo por el espanto que causan las noticias; Ana Lorena cayó por un disparo del “lado de los buenos” y claro, eso nos alarma e indigna porque no debía ser así, pero también murió un policía, por un disparo de los delincuentes y eso tampoco debiera ser así, aunque lo parezca, no debiera haber ocurrido.

A ver si desde el Gobierno ordenan las cosas y se hace lo que se debe para que no sigamos lamentando más muertes sin sentido.