En defensa del Tren Metropolitano
Hoy, casi dos años después, nos vemos en la penosa obligación de ratificar en todos sus términos los cuestionamientos y dudas que desde septiembre de 2015 hemos planteando sobre este ingrato asunto.
“Entre los pocos temas de interés colectivo en los que toda la población cochabambina, como la de las demás ciudades principales del país, está de acuerdo de manera unánime, está sin duda el relativo a la urgente necesidad de modernizar los servicios de transporte público. Por eso, lo menos que podría esperarse es que las decisiones que se tomen en pos de ese objetivo sean merecedoras de todo el apoyo de la ciudadanía y las instituciones de cada ciudad. En los hechos, lamentablemente, no es eso lo que se ve”.
Con esas palabras encabezamos nuestro editorial que bajo el título “Dudas sobre el Tren Metropolitano” fue publicado el 18 de septiembre de 2015, pocos días después de que se anunciara la decisión gubernamental de adjudicar a la empresa española JOCA la construcción de tan importante obra.
“(…) la causa principal de todas las dudas es la ya consabida falta de transparencia con que se toman las decisiones, lo que se refleja en las múltiples contradicciones en que incurren las autoridades gubernamentales, en la falta de estudios de factibilidad, de impacto ambiental y de todas las condiciones que se esperan de un proyecto de tal envergadura”, decíamos más adelante.
Hoy, casi dos años después, nos vemos en la penosa obligación de ratificar en todos sus términos los cuestionamientos y dudas que desde septiembre de 2015 hemos planteando sobre este ingrato asunto.
Ahora, como entonces, no lo hacemos porque pongamos en duda la necesidad y conveniencia de diseñar y construir un tren metropolitano. Todo lo contrario, en más de una ocasión hemos afirmado que la necesidad de modernizar el sistema de transporte público debe figurar en un lugar principal entre las urgencias cochabambinas, a la par de los servicios de agua potable y alcantarillado y del recojo y procesamiento de la basura, las otras dos grandes tareas pendientes que tiene nuestra conurbación metropolitana.
Precisamente por eso, por lo grande que es la importancia que le asignamos al tema, hemos propuesto en más de una ocasión que las autoridades de los tres niveles de Gobierno —central, departamental y los siete municipios involucrados en la mancomunidad urbana—, con el decidido respaldo de las principales instituciones y empresas regionales, públicas y privadas, unamos esfuerzos, voluntades y recursos alrededor de esas tres urgencias cochabambinas. Lo que es muy distinto a una especie de complicidad colectiva con los malos manejos en los que se incurre una y otra vez en nombre de esas causas.
En lo que al transporte público se refiere, a la luz de experiencias de otras ciudades del mundo y recogiendo las opiniones de expertos en la materia, hemos expuesto en más de una ocasión nuestro apoyo a la construcción de un tren metropolitano.
No nos referimos, por supuesto, a trenes subterráneos como los “metros” o “subtes” de grandes capitales, pues estamos conscientes de que obras de tal envergadura están fuera del alcance de nuestra ciudad y nuestro país. Pero sí creemos posible aprender de los aciertos —y también de los errores— de ciudades que han logrado grandes mejoras en el servicio de transporte público mediante otras fórmulas, menos ambiciosas pero no por eso menos efectivas.
Hemos planteado, por ejemplo, que la principal tendencia, la que tiende a imponerse en todas las ciudades modernas, es la opción por las redes integradas de diferentes modos de transporte. Un tren metropolitano puede ser la columna vertebral, el eje articulador de otros medios, como los buses, minibuses, ciclovías, tranvías, vehículos particulares y otros. Siempre y cuando, claro, que sea diseñado y construido con sólidos criterios de planificación urbana integral y no como fruto de una caprichosa improvisación.
Una segunda condición es que el diseño de cualquier proyecto de transporte no tenga la mirada puesta en la próxima campaña electoral sino en el mediano y el largo plazo. Es tan alta la inversión que se requiere y tan intenso el ritmo al que crecen las ciudades, que un error muy grave y costoso sería encarar tan importante obra sin contemplar las proyecciones de crecimiento hacia por lo menos las próximas dos o tres décadas.
Por todo lo anterior, hemos insistido en la necesidad de que tan importante tarea sea puesta en manos de empresas y personas especializadas en el rubro. Diseñar y construir un tren metropolitano es algo que por razones obvias exige cierto nivel de conocimientos que no están al alcance de cualquier pequeña empresa constructora y mucho menos de una que ha dado sobradas muestras de su ineficiencia, lo que le ha causado graves problemas judiciales. Es decir, lo que exigimos es que el proyecto de un tren metropolitano sea encarado con la seriedad que merece.
Y eso precisamente es lo que no encontramos en la manera como se está procediendo en la relación establecida entre el Ministerio de Obras Públicas y la empresa española JOCA. Todo lo contrario, son tan malos los antecedentes técnicos, legales y financieros de esa empresa, tan conocido su “modus operandi” y tan falsas las informaciones con las que durante los últimos dos años se quiso justificar su presencia en Cochabamba, que muy a nuestro pesar debemos ratificar todos nuestros cuestionamientos.
Para despejar esas dudas, bastaría que el Ministerio de Obras Públicas, la empresa JOCA o, mejor aún, ambas partes, den respuesta a las preguntas que con insistencia se les vienen haciendo. Si pudieran hacerlo, no se verían en la necesidad de recurrir a la difamación, la calumnia y otras formas de infamia en su vano afán de desacreditar la labor periodística de Los Tiempos.
