Justicieros
Dudo que hubiese algún boliviano que haya creído que el proceso de preselección de los abogados postulantes a cargos en el sistema judicial tendría un final feliz para la sociedad. No, claro que no. Se sabía de antemano que el proceso llegaría a esta etapa, la selección, como nos lo han presentado de una y otra parte, desde una visión política que el ciudadano la ve con un rictus en la boca.
Que los méritos serían factor fundamental para que unos sí y otros no estén dentro de las listas que se pondrían a disposición del pueblo votante, es algo que se dijo como justificativo para hacer posible lo que ya es una realidad. Y estoy seguro que un potencial elector en el Chaco, en El Porvenir o en el Desaguadero, poco o nada sabrá de las personas que le proponen. El voto será en algunos casos por consigna política y en otros la expresión de rechazo a la mentira, a los impostores.
Cuando el Vicepresidente dice que ninguno de los escogidos por la cúpula del MAS tiene militancia política no está mintiendo. No hay una inscripción como no la hubo en la época de la democracia pactada, pero siempre primó una sintonía y la hay ahora con el poder. Es la única forma de llegar a la meta. Claro que unos son más afines que otros y de entre todos ellos hay uno que recibe la preferencia del líder. Preferencia que debe ser pagada no con una llamada telefónica, con un presente, sí con la obsecuencia.
Se ha perdido la oportunidad de mejorar el sistema judicial boliviano. Eso no es de interés de los políticos que ejercen el poder. Para qué se va cambiar un método que permitió copar el Órgano Judicial. Hay que replicarlo con la misma finalidad del pasado, con los retoques que permitan presentarlo como la culminación de un esfuerzo, de un desprendimiento, que tiene como principio básico mejorar la administración de justicia.
¿Está todo perdido? Todo dependerá de la reacción de la gente. Y ya el pueblo dio una demostración de lo que es capaz. El 21 de febrero de 2016, en el referendo, votaron No e impidieron que Evo Morales vaya a la reelección, de forma legal. En la elección para seleccionar los jueces ganó el voto nulo. Entonces, no está todo perdido.
La gente votará de acuerdo a lo que percibe de los candidatos. Y como muchos son conocidos porque han salido de instituciones donde han marcado su impronta, obtendrán lo que han cosechado en esos largos años a la sombra del poder.
La apuesta del oficialismo por crear un imaginario colectivo que los favorezca en este punto en particular, será un fracaso. Ya empezó a gestarse la derrota que no la podrá parar ni la actuación tendenciosa del árbitro de la contienda. Lo que vendrá después de conocerse el resultado, el número de participantes, los votos nulos, los blancos, es lo que debe preocupar.
Lo que deberíamos preguntarnos es por qué esta apuesta. Será que es sólo la soberbia de los dos tercios en la Asamblea Legislativa o es que se arriesga todo para llegar al 2025 contra viento y marea. El verdadero objetivo no era cualificar la administración de justicia, catalogada en forma negativa por el inventor de jueces electos por voto popular. Y si se proporcionó listas de elegidos para que voten sus asambleístas, es porque se quiere más de lo mismo con un fin por ahora negado.
A los asambleístas se les podrá rellenar la papeleta, pero al pueblo no. Y el 3 de diciembre lo veremos sin importar lo que diga la oposición o el régimen, pues sus actos se los entenderá como una bofetada a sus intereses, a su seguridad jurídica tan venida a menos.
El autor es periodista.
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA