Cochabamba infierno verde…
Son casi 207 años que han pasado del levantamiento libertario del 14 de septiembre de 1810, y los cochabambinos debemos dejar a un lado nuestra actitud resiliente y pasiva frente a los problemas urbanos que enfrentamos, y recordar la valentía de aquella victoria independentista que, no sólo expresaba un descontento ciudadano, sino sobretodo una visión, la de “existir primero”, que fue la razón para que el editorial de la Gaceta de Buenos Aires No. 25 del 22 de noviembre de 1810 expresara lo siguiente: “El Alto Perú será libre, porque Cochabamba así lo quiere”.
Y existir primero, significa poner en la agenda ciudadana, no sólo de los cochabambinos sino de todos los bolivianos, el debate de la ética y de la coherencia. No podemos ser defensores y portavoces de la Madre Tierra, y al mismo tiempo pensar en destruirla. Debemos cuestionarnos como sociedad ¿cuál es el modelo de desarrollo que seguimos?, ¿cuáles son nuestras prioridades con relación a nuestro medio ambiente?, ¿cómo equilibramos los informes ambientales técnicos con los discursos políticos utópicos?, y ¿cuán verde es la política boliviana en los hechos?
Si bien tenemos mucho por celebrar en las efemérides, también hay una insatisfacción grande con el manejo ambiental de nuestra ciudad y, prueba de ello, es el aumento de la conciencia colectiva que, con muchas manifestaciones creativas de organización voluntaria, ha logrado visibilizar la importancia de la calidad del aire, con la preservación de los árboles como con la habilitación de vías para el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible.
El Tipnis, el parque Tunari y el río Rocha no pueden seguir siendo abordados con una única respuesta, ni tampoco con indiferencia, ni mucho menos con falta de coordinación interinstitucional que termina siendo un juego de acusaciones y deslinde de responsabilidades entre oficialistas y opositores. Los ciudadanos que vivimos a lo largo del río Rocha debemos soportar a diario la fuerte pestilencia que despide el río, y sufrir de fuertes infecciones en los ojos, como respiratorias y digestivas cada vez que se quema nuestro parque. Y si esto no es suficiente, estamos a punto de rifar nuestra biodiversidad con la carretera atravesando por el Tipnis.
Por ello, como parte de los tradicionales deseos que se piden en los cumpleaños, los cochabambinos pedimos a nuestras autoridades evitar la miopía, ante la distopía inminente de nuestra naturaleza, y actuar con mayor responsabilidad frente a la contaminación ambiental de nuestra ciudad, no sólo de manera cosmética con la promulgación de leyes, sino con verdaderas decisiones que se traduzcan en planificaciones estratégicas, con presupuestos, y articuladas entre los tres niveles del Estado y con otras políticas económicas.
Existir primero, anhelo cochabambino histórico, hoy puede constituirse en una verdadera aspiración colectiva contra el infierno verde que aqueja a nuestro medio ambiente y ayudarnos a sincerarnos como ciudadanos frente a nuestras preocupaciones ambientales.
La autora es abogada
Columnas de DANIELA GUZMÁN