Despenalización del aborto
El control de la natalidad es una necesidad en la vida humana; es inherente a la vida humana. Pueblos antiguos recurrían al infanticidio; eso no estaba nada bien. Si se recurre al aborto como forma de control de la natalidad, tampoco está bien
Recientemente se ha aprobado una ley que despenaliza el aborto. Cierto que antes estaba legislado que el aborto podía efectuarse lícitamente en ciertas circunstancias, mediando intervención judicial. Actualmente no se requiere de intervención judicial si el aborto es solicitado por la mujer dentro de las primeras ocho semanas de gestación. Aun así, es necesario justificar la solicitud por circunstancia varias, que, en general, son tan amplias que hacen que el aborto además de ser gratuito en las instituciones sanitarias públicas, sea también una opción sencilla.
Puede observarse que se pide a la que solicite el aborto, que lo justifique de algún modo. Esto es plausible, porque el aborto no es un método anticonceptivo. Debe incentivarse el uso de anticonceptivos y también su empleo para los días inmediatos después de la posibilidad de un embarazo no deseado. Esto debe ser lo normal y no el aborto.
Hay iglesias que se oponen a todo. Pues hay que exponer adecuadamente los argumentos que demuestran su barbarie y su carácter antisocial e inmoral. Esa es la forma de hacer callar, avergonzando. El control de la natalidad es una necesidad en la vida humana; es inherente a la vida humana. Pueblos antiguos recurrían al infanticidio; eso no estaba nada bien. Si se recurre al aborto como forma de control de la natalidad, tampoco está bien. Pero de todos modos no es igual el aborto de un feto, pasadas las ocho semanas de gestación, que antes, cuando sólo hay un embrión. Del mismo modo, interrumpir una posibilidad de gestación al día siguiente o al subsiguiente de un posible embarazo, es prácticamente una extensión del uso de anticonceptivos. Y evitar una concepción o fecundación no deseada, es algo normal. La opinión contraria está bien para el heresiarca Tertuliano y sus secuaces antisociales, que han pervertido al cristianismo.
No empleo expresiones fuertes porque sí, sino meditando su alcance. Porque debemos defender razonablemente la moral y la sociedad; así que tenemos que descartar las doctrinas que no toman en cuenta las realidades de la vida humana. Ya lo dijo Confucio que los principios éticos que no toman en cuenta las verdaderas necesidades y posibilidades humanas, pecan por ello. Jesús enseñaba con parábolas y alegorías, y la que viene al caso es su afirmación de que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Es decir, los preceptos, para el caso de moral, se hacen para servir a adecuadamente a la naturaleza humana y a las necesidades humanas. De modo que no se debe acatar preceptos que distorsionan la comprensión de la naturaleza humana.
Todo el andamiaje que ha hecho el cristianismo sobre la reproducción humana se basa en suposiciones sobre la intervención divina. ¿Qué pasa si Dios no existe? ¿Quedan en falsedades los preceptos de moral? Entonces, ¿es razonable hacer preceptos morales que por sí mismos no se sustenten? Es decir, que no se sustenten sin una intervención divina que a su vez no es evidente. Filósofos tanto cristianos como musulmanes y judíos, han argumentado en el pasado que es plausible creer que Dios existe, pero que siendo la fuerza subyacente en el universo no intervenga personalizado. Daré ejemplo sencillo refrendado por el papa Francisco. Admitiendo que Dios creó el universo, no lo hizo como un mago, sino mediante leyes naturales. Entonces llegamos a lo que indico: una moral que no se sustenta en la naturaleza humana, es innatural, es una superstición.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN