El pajarico del prorroguismo
No me vengan con “pajpakus” de feria pueblerina con cuentos y pajaricos preñados de Nicolás Maduro. Soy un viejo lobo de río amazónico y no creo en aparecidos. El argumento “evocéntrico” de que el cocalero orinoqueño lo hizo bien en su Gobierno es alabanza en boca propia y, por lo tanto, vituperio en uno cuyo largo régimen es un claroscuro, que en mi opinión tiene más oscuro que claro
Muchos asociarán el título con el pajarico de Nicolás Maduro, sobre el cual se han tejido más comentarios burlescos que otro más que pudiera aportar mi ingenio. Tampoco se trata de la asignatura pendiente de mi hija con su anciano “pagre”: dar mayor precisión a los nombres de pajarillos que me visitan cada mañana a bañarse en la Gárgola de los Sapos, versión mía de fuentes romanas, antigua forma de proveerse el líquido elemento, mucho antes de la neurosis actual con aguas contaminadas.
Hablo del pajarico del prorroguismo. Preocupado que venía con chambonadas megalómanas y corruptas del gobierno de Evo –Tipnis, Silala, El Sillar, Litio–, soslayé un tema irritante: se pisotea la propia Constitución del cocalero orinoqueño a través de su obsecuente partido político, el Movimiento al Socialismo (MAS), que quizá se debería llamar Movida al Prorroguismo (MAP).
En dicha Carta Magna, pese al manoseo suyo en La Calancha y un cuartel militar en Oruro, se juró en Bolivia la democracia electiva, no la dictadura prorroguista, estableciendo que nadie puede ser reelegido a la Presidencia del Estado Plurinacional después de dos términos. En el caso de Evo Morales, ni en el año 2019, y menos hasta 2035 como parloteara algún adulón.
Entonces, empezó un tira y afloja politiquero entre opositores y oficialistas. El candidato a dictador vitalicio afinaba aristas de celebrar medio siglo de que el Ejército boliviano derrotara a los invasores cubanos y fusilara a Ernesto “Che” Guevara –sí, el que juraba morir antes de entregarse, y terminó rindiéndose con su vergonzoso “no me maten, soy el Che”.
La oposición corcoveaba que una vez más se burlarán del pueblo boliviano, que en el Referendo del 21 de febrero de 2016 había dicho NO a las pretensiones prorroguistas de Evo Morales, y envió una comitiva a reclamar ante la OEA. El Gobierno envió una delegación presidida por dos connotados “llunq’us” de Evo Morales. A su vez, el Ministro de Justicia declaró no imaginar “qué tipo de procedimiento podrían usar los opositores…” ya que “los aspectos jurídicos se mueven dentro de determinadas certezas”. La democrática OEA cerró la puerta y ni siquiera recibió a los oficialistas.
Más allá de las recolecciones de prensa, habría que recordarle a Evo Morales la historia de Cincinatus. Hace 2.500 años, Roma enfrentaba una amenaza a su existencia y el Senado convocó a defenderla al general romano, entonces retirado a cultivar sus dos hectáreas (diferente al que mintió retirarse a su chaco con una quinceañera, dicen). Usando una figura legal existente, el Senado nombró Dictador a Cincinatus, quien luego de un par de semanas venció en batalla a los invasores (no eran los que derrotaron al Imperio Romano, según algún ignorante), y renunció a sus seis meses de prorrogativas dictatoriales para volver a sus cultivos (que tampoco eran de coca).
El apego al poder es una maldición recurrente, hecha posible por las cortesanas y corifeos que han marcado, y marcan, el régimen de Evo Morales. Como expresa Sangeeth Varghese, hace que los líderes pierdan todo buen sentido de ubicación, y sensibilidad hacia lo que realmente desea su pueblo.
Conjeturo que más que el bien de la patria, el afán prorroguista de Evo Morales quizá tiene que ver con borrar rastros que en el futuro puedan revelar la magnitud de la corrupción en el régimen. Si en el futuro próximo se reunirán los cancilleres de Bolivia y Brasil, la faca brasileña oculta en los papeles pudieran ser los detalles de componendas que favorecieron a empresas brasileñas y a faltriqueras de los mandamases del partido de gobierno. Tal vez la OAS fue la Odebrecht que fatiga a gobernantes de otros países en la América Latina.
Adicionalmente, multipliquen los ingresos corruptos por sobreprecios y “coimisiones”, en un Gobierno que ha hecho caso omiso de licitaciones y leyes anticorrupción, y optado por contratos a dedo. Lo cierto es que Evo Morales coincidió con malgastar un auge de miles de millones de dólares de altos precios de hidrocarburos y minerales bolivianos. Ahora, llegan los años de las vacas flacas.
Tal vez una medida del abismo que separa al gobierno de Evo Morales de la gente honesta, es la payasada montada con plata de los bolsillos del pueblo boliviano para honrar la memoria de uno que invadió Bolivia hace 50 años. Mucho revelará de los reales traidores de la patria, ésos que rendirán homenaje en Vallegrande a los que derramaron sangre de bolivianos y denuestan a los verdaderos héroes ¿Será verdad que en las espaldas de los bolivianos se pueden sembrar nabos?
No me vengan con “pajpakus” de feria pueblerina con cuentos y pajaricos preñados de Nicolás Maduro. Soy un viejo lobo de río amazónico y no creo en aparecidos. El argumento “evocéntrico” de que el cocalero orinoqueño lo hizo bien en su Gobierno es alabanza en boca propia y, por lo tanto, vituperio en uno cuyo largo régimen es un claroscuro, que en mi opinión tiene más oscuro que claro. Por lo demás, prefiero lo bueno incierto que lo malo por prorrogar, que eso es la democracia.
Sé que no estoy solo: me apoya la mayoría de bolivianos. Ojalá hagan caso a su conciencia y no permitan este nuevo atropello a la patria. ¡Viva Bolivia!
El autor es antropólogo
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO