La Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos
Todo país en desarrollo que exporta materias primas, anhela poder contar con las instituciones e instalaciones para que se exporte materia prima con valor agregado. En el caso de hidrocarburos, como el nuestro, el tener una industria petroquímica.
Coincidiendo con esa tendencia mundial, en la Constitución Política del Estado aprobada el 2009 se incluyó la creación de la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH), empresa autárquica, de derecho público bajo la tuición del Ministerio de Hidrocarburos y de la YPFB.
Las autoridades del sector, mostrando desconocimiento en la materia, encomendaron a la flamante EBIH el instalar una línea de producción de casas prefabricadas con paneles de PVC y marcos de madera, todos ellos de manufactura venezolana. Parece que nuestro Primer Mandatario, en una de sus visitas a la Venezuela de Chávez, quedó impresionado por un proyecto similar para solucionar la escasez de vivienda en Venezuela.
A la EBIH, sin ninguna explicación y adelantado este tipo de decisiones en esta industria, se le encomendó instalar una planta en Caracollo. El proyecto no despegó, no se sabe si por falta de materia prima o falta de experiencia. Pero no por falta de fondos, porque desde su inicio se le asignaron a la EBIH 200 millones de dólares. Además, eran los tiempos en que el comandante Chávez visitaba el país con frecuencia, dejando un generoso cheque en dólares para cualquier proyecto. No se sabe el destino final que tuvieron esos fondos.
A la EBIH se le proporcionaron oficinas en Cochabamba y se determinó que haga petroquímica de segunda transformación, asignándole unos proyectos de garaje, como manufactura de tapones para garrafas de gas, conexiones para instalaciones de gas, etcétera.
Habiéndose arrinconado a la EBIH, se instruyó a YPFB llevar adelante la petroquímica con un proyecto de fertilizantes en el Chapare. Todo el mundo aplaudió la decisión sobre la petroquímica y el proyecto, pero nadie estuvo de acuerdo con la ubicación de la planta en el Chapare.
La empresa estatal rápidamente, haciendo uso de decretos de excepción, firmó un contrato con Samsung para la construcción de una planta de 800 mil toneladas métricas anuales (TMA) de úrea y 400 mil de amoniaco. El Gobierno, en forma imperial, ratificó que la planta sea en el corazón del Chapare, en la población de Bulo Bulo.
El destino del 90% de esta producción es para exportación; por tanto, hasta ahora, no tiene ningún sentido que en vez de poner la planta en Puerto Suárez, para abastecer al Brasil, que es uno de los mayores importadores de úrea en el mundo, instalemos la planta a más de 300 kilómetros de la frontera. La planta debía estar concluida en 2015, pero ha sido entregada, con casi tres años de atraso, porque el suelo del Chapare no es apropiado para instalaciones de maquinarias pesadas y la construcción tropezó con grandes dificultades.
El problema del transporte trató de ser solucionado con la construcción de un ferrocarril de Bulo Bulo a Montero, para conectarse con el ferrocarril hacia Brasil y Argentina. En este proyecto, lamentablemente, además, tenemos un cuento chino, porque la empresa constructora china ha abandonado nuestro país, birlándonos unas decenas de millones de dólares. Hasta la fecha la planta no tiene mercados de exportación asegurados.
Todo lo anterior está ratificando que una gran idea, como la petroquímica, y un proyecto excelente, como la planta de fertilizantes, si no es manejada correctamente, en vez de brindar grandes beneficios, puede convertirse en la fuente de grandes problemas.
En esta nota no se están tratando los proyectos de polipropileno y polietileno, que son materia de un juicio de responsabilidades, cuyos resultados no se conocen hasta la fecha, excepto la destitución de personal jerárquico de YPFB, incluyendo a su presidente.
En gran síntesis: después de ocho años de creación de la EBIH sólo se tiene una planta de amoniaco-úrea en el Chapare, fruto de una decisión política del Gobierno. Esa decisión ha atrasado la puesta en marcha del proyecto por más de tres años, elevando la inversión de 650 millones de dólares a más de 800 millones. No se tienen mercados asegurados para la úrea ni el amoniaco. Por los altos costos que tendrá el poner el producto en los mercados de exportación, la rentabilidad de la planta es muy dudosa.
Para todos nosotros, la decisión de ubicar la planta en Bulo Bulo sigue siendo un misterio. Los extraños están sorprendidos y azorados que Bolivia instale su primera planta de fertilizantes lejos de su mercado de exportación y en el medio del área caracterizada por la producción de coca con destino a la cocaína.
Por todo lo anterior, se puede contestar la pregunta si nos sacaron o nos salimos del mapa de la competitividad. Ni lo uno ni lo otro, no pudimos ingresar al mundo de la competitividad.
El autor es ingeniero, experto en hidrocarburos.
Columnas de CARLOS MIRANDA PACHECO