Jalisco nunca pierde
Trasuntando el triunfalismo que desborda los límites de lo razonable de los adivinos políticos que familiarmente llamamos yatiris, mi corresponsal en el Palacio Real de la Plaza Murillo me dijo en tono exultante que el candidato presidencial Evo Morales y su copiloto Álvaro García Linera ganarán la vuelta a Bolivia, como si se tratara de una prueba automovilística en la intervendrán experimentados corredores frente a aprendices que aún no se han inscrito en la mencionada prueba. Así me lo dio a entender mi discípula periodística quien sólo maneja mi motocicleta a Harley Davidson cuando yo se la presto para cubrir viajes a Quillacollo o para ir bailar a nuestro local el Night Club de la ciudad del Alto, del cual somos socios distinguidos.
Fue entonces que ella me impactó con su frase “Jalisco nunca pierde y cuando pierde arrebata”, sentencia que aprendimos a valorar gracias a la simpatía que irradia Jalisco quien tiene una novia que es de Guadalajara.
Creo que mis lectores no necesitan mayores referencias para entender que el Presidente Evo es en realidad un Presidente forever, como acaban de denunciar públicamente los Obispos Católicos que conforman el Episcopado Boliviano, a quienes el mandatario Vitalicio los acusó de no aguantar que los indios gobiernen, lo cual me parece salir por peteneras cuando están tocando por bulerías, o en este caso “bolerías”.
Con la picardía que caracteriza a la cholita cochabambina mi colaboradora me dijo: cuando yo le hablo de que Jalisco nunca pierde quiero significar que nuestro mandamás no perdió nunca un acto electoral, exceptuando el referendo del 21 de febrero, cuando el pueblo boliviano… que es tan macho como el mexicano le dijo NO a sus ansias de perpetuidad en el poder, contundencia que entendería hasta el Chavo del Ocho o la Chilindrina.
Todo este panorama mexicano-boliviano fue recorrido con alborozo por los seguidores del Jalisco boliviano quienes trataron de colocarse en el reparto de este film buscando su mejor inclusión cerca del Presidente sempiterno apareciendo en diversos escenarios internacionales aunque fuera como simples extras de esta película binacional, dando a entender que cualquier personajillo podría colarse cerca del Jalisco nacido en Orinoca, departamento de Oruro, donde tiene un Museo que muchos envidian.
Para cerrar esta crónica cinematográfica tuve que agradecer a mi comadre Macacha por su versatilidad a la hora de conversar acerca de un Jalisco que nunca pierde y cuando pierde arrebata.
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