Otra oportunidad perdida
Una vez más, la cúpula militar-familiar que gobierna Venezuela ha dado muestras de su decisión de aferrarse a como dé lugar en el ejercicio del poder, desaprovechando otra oportunidad para encontrar una salida pacífica a la profunda crisis que atraviesa ese país.
La forma en que fueron conducidas las elecciones regionales que el domingo se realizaron, obstaculizando la campaña de la oposición, así como la actuación de su Corte Electoral al anunciar resultados oficiales en favor del partido de gobierno cuando todos las encuestas previas y las realizadas el domingo daban como contundente ganadora a la oposición, muestra que, una vez más, el gobierno ha engañado a su población y a quienes están interesados, desde el exterior, en que el diálogo se imponga en ese país.
Esa forma de actuar, además, ha terminado por minar la unidad de la oposición y probablemente serán los sectores más radicalizados los que asuman su conducción, en desmedro de quienes incluso han puesto en riego su liderazgo por encontrar caminos pacíficos dirigidos a recuperar la institucionalidad democrática, de manera que sea la ciudadanía la que decida cómo y con quien enfrentar la crisis que ese país atraviesa y que no tiene visos de solución con el actual régimen; peor aún, con éste tiende a seguir profundizándose.
Sin embargo, los países de la región no deben dejar la tarea de presionar al gobierno venezolano para que se avenga a negociar sin más dilaciones ni artilugios. Hasta ahora, todos los esfuerzos han sido burlados por los gobernantes venezolanos que han aprovechado de la buena fe de sus interlocutores, entre los que se encuentra la Santa Sede, y, por los datos que ofrece la realidad, probablemente ha llegado la hora de que la Organización de Estados Americanos (OEA) aplique la Carta Democrática, y que otras organizaciones multilaterales hagan lo propio.
Paralelamente, es urgente que se obligue al gobierno venezolano a autorizar que la población más empobrecida reciba alimentos y medicinas de la cooperación internacional en forma directa, de manera que se evite el uso corrupto de las donaciones como ya ha sucedido.
Lamentablemente, con la jornada del domingo se puede prever que la decisión de prorrogarse en el poder de la cúpula militar-familiar que gobierna Venezuela se sustentará en mayor autoritarismo y represión, condiciones que abren las compuertas a un estado de violencia fratricida que desde la región y el mundo se debe ayudar a evitar.