La batalla que Chile nos ganó en La Paz
Aunque usted no crea, en más de un siglo Bolivia no ha podido definir una línea de acción para rescatar el mar. Es una historia triste. Los militares perdieron la guerra; los políticos entregaron en bandeja el Litoral. Ahora está en manos de los abogados. ¿Qué harán los doctores? A los que hablan mucho del mar hay que preguntarles por dónde se llega. La respuesta revelará si saben lo que dicen y lo que hacen.
Por coincidencia de fechas, Todos Santos se asocia con el único triunfo diplomático de Bolivia, y que Chile nos arrebató de las manos. En verdad es para no creer. Unas veces, hemos buscado volver al Pacífico mediante el diálogo directo con el usurpador; otras, con el apoyo solidario de los demás. “No habrá integración regional si no se resuelve el problema”. En el primer caso, Charaña fue el testimonio del fracaso. En el segundo, se vio cómo un triunfo puede trocarse en derrota.
En 1979 la IX Asamblea de la OEA realizada en La Paz tuvo características especiales y únicas. Se recordaba el centenario del despojo marítimo y Bolivia estrenaba un Gobierno civil tras once años de dictadura militar. A partir de ello, se reemplazaría la nefasta tradición golpista con la vigencia de la democracia. ¡Una gran conquista!
Gustavo Fernández fue un canciller excepcional. Con sabiduría, paciencia y meticulosidad de fino relojero logró “armar” todo el mecanismo operativo del evento. La Resolución 426, apoyada por todos, excepto Argentina, Paraguay, y Chile por supuesto, expresa: “Recomendar que de inmediato se inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico… sin compensaciones territoriales ”.
Con frenético regocijo culminó la Asamblea; pero al mismo tiempo unos ruidos de sables salían de los cuarteles. En el plano político, sólo en tres meses de gestión el presidente Guevara había logrado tan resonante triunfo. No le iban a perdonar. La fiesta se empalmó extrañamente con una pesadilla. Nadie podía entender. “Era una escena de locura y de vergüenza”. Doscientos ochenta muertos mediante, Natusch se encaramó en el poder.
Pero visto desde la otra vereda, en toda la historia de golpes no hubo otro tan exitoso como el de Todos Santos. Tanto Banzer como Pinochet, alcanzaron plenamente sus objetivos. El primero archivó el juicio de responsabilidades iniciado en su contra y Chile, sin un tiro, descalificó la resolución de la OEA. En Santiago se festejó el golpe.
Esa madrugada llegaban los difuntos. Los “plomos” los esperaron con tanques en las calles. ¡Qué insolentes son, ni las almas respetan!
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS