Versión boliviana de parodia peruana
En nuestro vecino Perú se volvió viral, es decir que miles miraban el mensaje cibernético, una divertida parodia del film “La Caída” que trata de los patatuses de Adolfo Hitler en su bunker de Berlín, cuando las tropas rusas de acercaban y hacían inminente el desplome de su “Reich de los Mil Años”. El actor que interpretaba a Hitler prorrumpía en rabiosos improperios a sus asustados adláteres porque la constructora brasileña Odebrecht, que sobornaba para recibir contratos aparte de construir, pringó a Keiko Fujimori y al ex Presidente Alan García por haber recibido millones.
No entraré en la arena movediza de opinar sobre si peruanos o bolivianos son más abiertos al humor. Sin embargo, es casi un clisé que nuestra gente, en especial los collas, son más ceremoniosos y tiesos que sus paisanos cambas, tal vez porque emulan la estrofa “inalterable por la tierra avara, del altiplano ostenta la mesura” con que algún poeta describiera al camélido andino, contrastados con la exuberancia vegetal y el clima tropical de las tierras allende los Andes.
Yo alardeo de ser camba, variedad amazónica. Según mi amigo Paulovich hago un cuarteto del trío “ama sua, ama llulla, ama q’ella” tan de moda estos días: “tú eres ‘ama-zónico’” se burlaba. Hoy hilo una sardónica versión, mitad risueña, mitad tristona, en que “Mein Fuhrer” se cambiaría a “Mein Jefazo”, dada su reticencia a ser llamado “Excelentísimo” porque “no soy ningún lento”, según declaró hace poco el autor de tanta “evada”.
La parodia boliviana con los personajes hitlerianos se iniciaría con “Mein Jefazo” enterándose de que salió a la luz la versión boliviana del terceto corrupto de la Odebrecht, Keiko y Alan en el Perú. De ser viral, podría ser valla infranqueable en la carrera de la re-re-reelección del “Mein Jefazo”. En nuestro país la Odebrecht sería la bahiana OAS, sea porque según el finado José María Bakovic la mayor “bandeirante” brasileña era del MNR, la Queiróz Galvão del MIR y la OAS del MAS; o porque Bolivia era presa muy chica para la Odebrecht; o porque el ex Presidente brasileño Lula da Silva ya había mordido la carnada del “apartamentito” de playa en Guarujá y era el mayor “muñequeador” o “jeitista” para que la OAS lograse la parte del león en contratos bolivianos. O las tres opciones.
Sea lo que fuere, Keiko en Bolivia sería “Cotapati” y Alan sería “Alvarín” –sí, son pseudónimos de los olvidados emails de la repartija de “coimisiones” en construcción de carreteras. La peruana fue candidata presidencial; la boliviana se rumorea que conoció sábanas presidenciales. El otro no fue tildado de gordo por “Mein Jefazo”, pero fue terrorista. Con la reta que vociferaría a “Cotapati” y a “Alvarín” el hoy candidato a “Apu Mallku” Vitalicio del Estado de los 6.000 Años Aymara, terminaría la parte jocosa de la sardónica mascarada.
La cara tristona de la mascarada sardónica es que quizá se mienten a sí mismos quienes arguyen que el pueblo es sabio y tiene memoria. El “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá” del Ministro de Propaganda hitleriano Goebbels, se practica día a día en la propaganda del régimen de Evo Morales. Que lo diga mi amigo José María Bakovic, cuyo asesinato tal vez empezó con el inicio del régimen y culminó con su comparecencia obligatoria dictada por fiscales y jueces obsecuentes al Gobierno, cuando los médicos prohibían por su salud viajar a una urbe alta cual nido de cóndor en extinción.
La historia de la última década está llena de tales abusos. Por ejemplo, un líder de cocaleros del Chapare asegura “están dispuestos a debatir con los productores de los Yungas sobre el desvío de la hoja de coca al narcotráfico”; otro valentón más torpe arremete contra ellos tildándolos de “payasos” y “títeres de políticos opositores”. La mentira de Joseph Goebbels está en el sesgo de “derecha” en el léxico actual, que mancha al que no está con el Movimiento al Socialismo (MAS) y su “Mein Jefazo”.
Por eso declaro mi escepticismo respecto a la próxima elección de jueces en diciembre, ya que es dudoso que puedan discernir una masa de mayoría ignorante y élites cautivadas por su bolsillo y el miedo a lo incierto. La mesa está tendida para el Apu Mallku Vitalicio y el ejemplo lo han dado Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua. ¿Ruido de sables en Bolivia?: faltan muchos para los 37 años en el poder de Robert Mugabe en Zimbabue. “No somos un país africano”, dirá alguno, pero “originario” sí, retrucaría yo.
El autor es antropólogo
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO
