¿Otro incendio sin responsables?
Casi a nadie, de la población afectada del Valle Central de Cochabamba (Sacaba, Cochabamba, Colcapirhua, Quillacollo y Sipe Sipe) y mucho menos a las autoridades departamentales y municipales, le ha perturbado la acción criminal acaecida en el Parque Nacional Tunari; acción que ha atentado, en contra de un bosque de eucaliptos y pinos establecidos hace más de 40 años.
Si este incendio hubiera sido accidental, la situación de culpabilidad sería muy diferente; pero, las condiciones climáticas, que podían haber provocado este incendio eran normales, con poca nubosidad y poca probabilidad de lluvia, para que algún rayo haya iniciado el incendio.
De los muchos incendios que se han registrado, no sólo en el Valle Central, sino también en otros distritos del Valle Alto (Tarata, Punata, Cliza, Arani y Santiváñez), del Valle Bajo (Capinota y Arque) y el de los Valles Mesotérmicos (Mizque y Aiquile), en ninguno de estos casos se han encontrado a los responsables y tampoco se ha investigado seriamente, para encontrar a los que han cometido estos actos criminales.
No es difícil encontrar a los responsables de estos incendios cuando se investiga en el lugar donde se originaron. Expertos en esta materia, y no sólo de incendios forestales sino también de incendios industriales y aun de domicilios particulares, pueden determinar la forma en que se inició el incendio y qué materiales se utilizaron para provocarlo.
Solamente en nuestro país todo incendio industrial o domiciliario se atribuye directamente a un “corto circuito” y en el caso de incendios forestales o de pajonales, simplemente fueron “excursionistas” los que hicieron una fogata que no fue bien apagada, es decir de forma accidental.
Si se hace un estudio a fondo de un incendio, por uno o varios expertos, se encontrará que en más del noventa (90) por ciento de los casos, los incendios no fueron accidentales y fueron provocados por la mano del hombre, para satisfacer diversos intereses económicos, y aun por piro maníacos.
En el caso que nos ocupa, se ve que éste fue provocado, con alguna velada intención, que si se investigara se la evidenciaría.
No pudo haber sido fruto del “chaqueo”, ya que la preparación de terrenos, en las alturas, se hace con la humedad aportada por las lloviznas o la humedad propia del terreno, desde el mes de julio hasta septiembre, y la siembra, especialmente de papa y avena, desde principios hasta mediados de octubre. En la parte baja de la cordillera se prepara y siembra el terreno con riego, siendo muy pocos los que esperan las lluvias de fin de año, octubre a diciembre, para proceder a la siembra, particularmente de cereales: maíz, cebada, avena y trigo.
Otra suposición para explicar el origen de los incendios sería que se quemen pajonales para el pastoreo de ganado ovino y caprino; pero, en el bosque del Parque Nacional Tunari es imposible ya hacer el pastoreo; tal vez en otras áreas, donde generalmente se queman pajonales en junio, durante la festividad de San Juan, algo que en muchos lugares ya ha pasado a la historia, puesto que la cría de ganado ovino y caprino se ha reducido a su mínima expresión después de la reforma agraria.
En toda investigación, sobre incendios forestales y de pajonales, provocados por la mano del hombre, deben participar los sindicatos agrarios del lugar donde se ha producido el incendio, puesto que estos sindicatos tienen información de primera mano, sobre el autor o los autores del hecho que se investiga; deberían ser parte activa, bajo juramento, de cualquier investigación que se organice para determinar el origen de un incendio.
Para que no quede impune este incendio como tantos otros, la oficina de la Madre Tierra de la Gobernación, y la del Medio Ambiente del y de los municipios afectados, deberán formar expertos en incendios, forestales y de otra naturaleza, entre el personal de la policía y de bomberos, para que investiguen, seriamente, el origen de cada incendio y determinen si este fue provocado o no.
El autor es biólogo
Columnas de JORGE RODRÍGUEZ FLORES