Sólo debió provocar alegría
La copiosa lluvia que ha caído desde el atardecer del lunes ha sido esperada desde hace varias semanas en las que el calor y la sequedad se incrementaron a niveles peligrosos. La precipitación, por eso, fue recibida en la calles y, ahora, en las redes sociales, como una bendición.
De hecho, dependiendo de su intensidad y duración, esta lluvia puede empapar los campos y, de esa manera, reabrir esperanzas en buenas cosechas. También ayudará, sin duda, a que las represas y las lagunas aumenten sus caudales de manera que se incremente el escaso volumen de agua que se está distribuyendo a la gente.
Sin embargo, se ha tenido que lamentar la muerte de dos niños a consecuencia del derrumbamiento de una casa no tanto por efecto de la lluvia como tal, sino porque la vivienda fue construida, en forma similar a lo que sucedió hace un año cuando se desplomaron varias casas edificadas sobre los márgenes torrentera.
Adicionalmente, el mal estado de los sistemas de drenaje hace que con muy poca agua las calles se inunden, situación que se agrava por el uso de las cloacas y las torrenteras como basureros. Por esa razón, se aminoran radicalmente los beneficios de una adecuada precipitación. En ambos casos, es evidente la incapacidad de las alcaldías de mantener drenajes y torrenteras limpias y libres de obstáculos para el buen discurrir del agua pluvial. Pero también es responsabilidad de la gente que se presenten esas situaciones por resistirse a adoptar una cultura urbana que privilegie en el respeto al espacio público.
De acuerdo a los entendidos, las lluvias que comentamos pueden ser el inicio de una época que permita a Cochabamba no sólo superar el estado de emergencia en el que se encuentra por falta de agua, sino que se abra de un espacio para que, sin presiones circunstanciales, las autoridades con atribución sobre el uso de agua del nivel nacional, regional y municipal tengan la capacidad de definir una estrategia de largo plazo para dotar a la población de un acceso regular y digno al agua.
Esto exige dar el mandato contundente a las autoridades ejecutivas de las empresas de agua, fundamentalmente Semapa y Misicuni para planificar en forma transparente y con visión de largo plazo, el mejor uso del agua existente para satisfacer las necesidades de la población, advirtiendo que mantener la actitud negligente como la que han mostrado hasta ahora será intolerable.