Consolando a Evo
Estoy seguro de que este bache político será superado por el vapuleado mandatario que sigue creyéndose el único destinado a salvar Bolivia
El día de las elecciones judiciales, yo me hallaba cachondeando (burlándome) de esa malhadada como disparatada medida de elegir mediante el voto popular a los miembros del Poder Judicial que sólo podía caber en la mente afiebrada de algún revolucionario de nuevo cuño, cuando en el resto (excepto África) se entrega este manejo de la justicia a los hombres sabios y probos de una sociedad, llámese esta española o norteamericana, para no citar al Imperio Británico donde la selección de magistrados es más severa.
Pero ya metidos en el ajo no nos queda otro remedio que entregar el voto a unos personajes que nadie conoce cuyo proceso de selección fue observado repetidas veces, y por demás decir que esta tarea debió haber sido encomendada a ciertos sectores calificados para buscar a los más instruidos y prudentes varones y mujeres de nuestra sociedad.
En este empeño me encontraba cuando llegó hasta mí, mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo hecha un mar de lágrimas para anunciarme que la mayor parte de nuestra población votante había decidido sufragar en favor de los nulos y blancos alcanzando el 62% de los votos, lo que implica una posición contraria al Presidente Vitalicio, causando la desolación de mi discípula periodística que se echó en mis brazos en busca de consuelo y de ayuda.
De acuerdo con mis principios cristianos y demócratas le dije en la oreja que ella tenía algo que decir al máximo líder porque la política tiene altibajos para unos y para otros y que no todo estaba perdido porque Evo ya había conseguido la venia de Tribunal Constitucional Plurinacional para gobernar en principio hasta el 2025.
También tuve que recurrir a exageraciones en favor del mencionado líder de la cholita cochabambina nacida en Quillacollo, diciéndole confidencialmente que Evo era el presidente más conocido en el mundo no sólo debido a sus viajes, sino también por su posición de enemigo número uno del imperio norteamericano.
Por si mis argumentos no la convencieran, le sugerí que acudiera a conversar con los ministros más cercanos de Evo, quienes seguro mejorarán su desconsuelo postelección, pues tengo la impresión de que los más favorecidos por el éxito y la fortuna siguen convencidos de que “Evo nunca pierde” y si pierde arrebata como dicen los mariachis en Jalisco.
Mis palabras surtieron efecto y consolaron en algo el espíritu de mi comadre quien se propuso redoblar esfuerzos para vigorizar el ánimo algo caído del Presidente.
Estoy seguro de que este bache político será superado por el vapuleado mandatario que sigue creyéndose el único destinado a salvar Bolivia.
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