Su destino es el nuestro
Sin pensar que la cholita cochabambina tenga algo que ver con mi destino preferí despedirme de ella venciendo la fuerza fatal de la suerte impuesta, como le sucede a Evo, juguete apreciado del “destino”.
Los británicos y todos aquéllos que creemos en la solvencia informativa de la BBC de Londres ya sabemos que nuestro presidente vitalicio Evo Morales argumentó que está destinado a ser presidente de Bolivia. Digo pues, que no somos otra cosa que juguetes del destino y que en esa virtud hoy, y también mañana nuestras vidas no serán otra cosa que marionetas manejadas por fuerzas desconocidas que corrientemente llamamos destino.
Al meditar sobre esta nueva versión de la fatalidad que rige en la vida del presidente Evo, y del todo el conjunto de ciudadanos que dependemos de su accionar político, no nos queda más que aceptar como una verdad inconmovible y que son ociosas todas las elecciones y referendos que se hicieron y se harán acerca de nuestro mañana.
Al hablar sobre las declaraciones del Presidente a la BBC de Londres mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo no se sorprendió tanto como yo esperaba, pues me dijo que en el hablar coloquial de nuestro pueblo, la imposición “impajaritable” forma parte de su diario razonar, pues es corriente que las cholas cochabambinas y de otras regiones digan: “Mi destino habrá sido que yo me case o que yo me enamore de mi cholo borracho y mujeriego” o en otros casos “nuestro destino habrá sido que tengamos que aceptar a un ciudadano que nunca había buscado ser mandatario perpetuo de los bolivianos, pero que un día sintió el llamado oculto de fuerzas poderosas que le impusieron no sólo la banda tricolor de nuestra bandera, sino la enseña multicolor de la wiphala, aunque algunos descreídos piensan que esta es oriunda de la cultura aimara y no de los Tercios de Flandes en Europa”.
Contagiado del infortunio pregunté a mi discípula periodística si su destino era trabajar en la oficina periodística del Palacio, respondiendo la cholita afirmativamente, mientras mi ser razonable que funda su pensamiento en Aristóteles y Santo Tomás de Aquino se revolcó maltrecho al conocer estos hechos tan irrebatibles como ser los designios del destino en la historia de nuestro pueblo.
Sin pensar que la cholita cochabambina tenga algo que ver con mi destino preferí despedirme de ella venciendo la fuerza fatal de la suerte impuesta, como le sucede a Evo, juguete apreciado del “destino”.
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