“Huevos, por si les faltan”
Sin artimañas, en un país demócrata los votos definen. No hay nada que contradiga las cifras, menos se puede suplantar la voluntad del soberano. La última palabra es la suya. Una vez asentados en las actas los resultados, no hay más que ceñirse a lo que manda la ley. Para la gente que entiende lo que lee, no hay otra claridad más clara, como diría el popular actor mexicano.
Pero hay gentes de mentalidad cerrada. El problema no es que no quieran sino que no puedan. “No basta decir la verdad –decía Tamayo–, hay que defenderla, y cuando son la indiferencia y la ineptitud sus verdaderas enemigas, hay que clavarlas a martillazos en las cabezas rebeldes”. Los problemas y las dificultades de hoy hacen pensar en el sistema escolar; a partir de la escuela había que implantar la práctica de la democracia, con seguimiento y evaluación. En la madurez cristalizada ni los martillazos ya funcionan.
En el primer lustro del siglo que corre, el diario La Prensa (ya desparecido) publicaba un suplemento literario donde se leía este pensamiento: “Te escribo de un país donde todo es negro y no es de noche”. Es una alegoría que expresaba la visión angustiada de la realidad; ésta, antes del decenio recién transcurrido, no era ciertamente una maravilla; pero nadie diría que la de hoy es mejor.
Después del 21 de febrero, se apuntó a liquidar tres pájaros de un tiro; esto es, la Constitución de la Glorieta, el Tribunal Supremo Electoral y los jueces del Tribunal Constitucional, sobre cuya cabeza pende ahora el prevaricato como espada de Damocles. Al parecer, el último fallo del tribunal de marras fue la gota que colmó el vaso. Provocó airadas reacciones en todas partes. Aunque sin un líder visible, la juventud salió a las calles a expresar su repudio; la recurrencia al Pacto de Costa Rica fue burda y forzada. Sin embargo, la prudencia aún morigera las protestas y da paso a otros recursos.
Bolivia no es precisamente el país donde se cultiva con asiduidad el humorismo. Por eso causó hilarante sorpresa la inventiva de un grupo denominado “Plataforma de la resistencia femenina”, que utilizó una metáfora escenificada para manifestar su disconformidad con la actitud pasiva y pusilánime de alguna gente. Su líder (van surgiendo líderes), Belén Mendívil, declaró a la prensa: “No venimos a tirarle huevos a nadie; sólo traemos para los empresarios, por si les faltan”. El mensaje es clarísimo. Cuando la indignación no encuentra otra alternativa para el desahogo, entonces surge la ironía sarcástica. Con una buena dosis de audacia y valentía, eso hicieron las chicas de “Plataforma” en Santa Cruz.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS