Día de reflexión
Para el mundo cristiano, particularmente católico, la Navidad recuerda el nacimiento de Jesús, el Mesías, que siendo Dios se hizo hombre para salvar a la humanidad. Es, pues, un día de alegría y de reconciliación, que nos ayuda a vivir la vida con plenitud.
La fuerza de ese mensaje ha hecho que, en la actualidad, se celebre en todo el planeta esta fiesta, y creyentes y no creyentes la aprovechen para renovar sentimientos de fraternidad y formulación de propósitos que, al comenzar el nuevo año, se tratará de concretarlos en la realidad. No en vano, los principales sentimientos que se expresan al prójimo en esta fecha son los de paz y amor.
En Bolivia, como es fácil constatar, estamos urgidos de paz y amor; de reconciliación; de dar prioridad al bien común. La gente está cansada, como demuestran diversos estudios de opinión, los resultados de las sucesivas elecciones que se han realizado o, como ahora, las masivas movilizaciones a favor de los médicos del país que se están registrando estos días, de ser convocados permanentemente a la controversia, a la descalificación del que piensa diferente. La gente ansía que se recreen espacios de diálogo respetuoso y de voluntad de subordinar intereses personales, sectarios o corporativos a la construcción de una sociedad más justa, desarrollada y con una institucionalidad que garantice la pacífica convivencia; es decir, quiere que se deje de recurrir a la manipulación y la mentira para beneficio de intereses espurios; que se deje de manejar la justicia para beneficio de los poderosos. En fin, la población está cansada de que se la considere subnormal.
La Navidad es, además, la fiesta del encuentro. Reencuentro en la familia, en la comunidad, en la sociedad, que tiene como fin construir objetivos comunes que, sin rechazar ni negar las legítimas y variadas visiones que coexisten en el país, confluyen en el servicio al bien común.
Por último, la Navidad, como sostienen un importante teólogo católico, “es una llamada fuerte a (una) sobriedad y austeridad en el uso de las cosas. Nos da ejemplo de ello el mismo Creador que, haciéndose Hombre, se contentó con un establo para nacer (…) Todos, creyentes y no creyentes, estamos llamados a comprometernos con el ideal de la sobriedad y el respeto de la creación”.
En fin, en esta Navidad tratemos de desarmarnos para, con la mirada puesta en un futuro mejor para la gente, podamos construir puentes de diálogo que tanto se necesita en el país.
