La agonía del sentido común en la política
Una primera constatación luego del 28 de noviembre día del fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional, es que la política en general hoy vive una especie de agonía de sentido común. De repente oficialistas y opositores actúan como si fueran perfectos pequeños maquiavelos, ya nadie se plantea la idea de que el ingrediente principal para poder seguir conectando es quizá un retorno al debate de la esencia de la democracia. Todo pareciera ser un frío y calculado movimiento de un bando más que otro.
El título de esta columna alude creo yo a un parte de esa esencia misma de la vida en común entre nosotros, el sentido común al que se refiere Bergson como la facultad de orientarse en la vida práctica. Aquí la distinción que hagamos entre aquellas decisiones razonables y las absurdas es trascendental, si me permiten la expresión: se trata en gran parte de humanizar la política.
Vivimos tiempos polarizados en los que el parte aguas para ser amigo/enemigo es cuánto compartes con aquellos principios o criterios normativos que oficialistas y opositores defienden con un entusiasmo desmedido incluso llegando a sospechar que al final la regla fundamental de lo que entienden por cambio es la sustitución de un caudillo por otro, no de un candidato que agrupe ideas colectivas importantes por otras.
Siguiendo esta lógica debemos considerar que en este contexto donde los sentimientos se enfrentan a las razones, son los primeros los que terminan sobreponiéndose y entonces los espacios en los que se puede establecer conversaciones cada vez son menos, en este espacio real donde hablamos en persona hay enfrentamiento de visiones, y en el espacio digital hay básicamente ruido.
Pero a esto llegamos porque tenemos hoy una organización política que ha tomado la decisión de envejecer alrededor de su líder, por tanto, la posibilidad de que sea vista como la alternativa renovadora o por lo menos la opción más fresca en la política es cada vez más reducida. Dada esta certeza oficialista indicada, en la vereda del frente se abre una ventana de oportunidad que puede ser aprovechada pero en la medida de que se empuje una jubilación de una generación de líderes políticos porque estos existen en la medida que el titular del poder existe.
A partir del 28 de noviembre, el Gobierno pasa a situarse como aquella fuerza que defiende el statu quo. Mientras tenemos una oposición política que en mi criterio más que dedicarse a denunciar (un paso necesario), necesita urgentemente dar un paso más grande en la línea de conseguir conectar con la gente ya no tanto como el adalid de la defensa de los principios más correctos, sino como una verdadera alternativa que no implique necesariamente el intercambio de caudillos oficialistas por opositores, sino aquello que algunos de los grandes líderes de la historia universal hicieran de traducir en términos concretos y mensajes fuertes todo el planteamiento complejo que elaboran los intelectuales en cuestiones puntuales y contundentes que la masa los asimile y apropie para sí misma.
El autor es politólogo y docente universitario.
Columnas de MARCELO AREQUIPA AZURDUY