El Estado no eres tú, Evo
¿“Es ésta la región más transparente del aire? ¿Qué habéis hecho, entonces, de mi alto valle metafísico? ¿Por qué se empaña, por qué se amarillece? Corren sobre él como fuegos fatuos los remolinillos de tierra. Caen sobre él los mantos de sepia, que roban profundidad al paisaje y precipitan en un solo plano espectral lejanías y cercanías, dando a sus rasgos y colores la irrealidad de una calcomanía grotesca, de una estampa vieja artificial, de una hoja prematuramente marchita. Mordemos con asco las arenillas. Y el polvo se agarra en la garganta, nos tapa la respiración con las manos. Quiere asfixiarnos y quiere estrangularnos”(...)
Este fragmento, pertenece al ensayo “Palinodia del polvo” del escritor mexicano Alfonso Reyes, una suma melancólica que, utilizando al polvo como metáfora, pretende señalar una profunda angustia del hombre por el hombre.
Esta primera reflexión de Reyes también podría estar ligada a múltiples interpretaciones: el polvo es un referente general que se traduce en molestia, opacidad, deterioro, angustia, asfixia, desesperanza y una paulatina decrepitud en la esencia de la ética y la justicia.
Reyes sentencia y, al mismo tiempo, presagia un futuro que se va resquebrajando a medida que avanza el presente, un camino de la nada que devora a su paso el devenir y la inocencia, los sojuzgas y los aniquila. Esa inocencia que ya no nos es común.
La palinodia de Reyes apunta a esa rectificación pública de una sociedad lánguida, atrapada en una gigantesca nube de polvo, también, claro está, en una inmensa metáfora –política, social y cultural.
Es la “venganza y venganza del polvo, lo más bajo del mundo”, dice. ¿Qué es lo más bajo del mundo? La traición a uno mismo, a sus principios, a las formas más elementales de entender la ética y la transparencia, es la actitud necia de un Caín que asesina diariamente sin piedad.
Pero también es el descreimiento cotidiano de la humanidad, es la desesperanza más desoladora de ya no creer en la palabra dicha y en la acción hecha. Un escepticismo que nace de la impotencia y se refugia en cada acción del hombre.
“(…) ¡Oh desecadores de lagos, taladores de bosques! ¡Cercenadores de pulmones, rompedores de espejos mágicos! (…)
Yo digo. ¡Oh desecadores de esperanzas, taladores de la ética y de la justicia! ¡Cercenadores de la verdad, de la libertad, rompedores de la unidad, de la solidaridad y del bien común.
Yo vivo en la región menos transparente. Una región en donde día a día el polvo de la corrupción esculpe monstruos de mil cabezas. Una región en donde los brazo gigantes de esos monstruos pudren la ética y los sueños. Es una región en la que el futuro es una gigantesca muralla que no permite pasar, en ella nos estrellamos minuto a minuto, otros, más osados, mueren en el intento.
La región menos transparente, es esa en la que siempre resucitan los fuegos fatuos. Tiene como gobierno a los inservibles, a los incapaces, a los más corruptos, a los que vomitan miseria en el día y fuego en la noche. Son antropófagos, se comen a sus habitantes y, con ellos, sus sueños, sus esperanzas y sus utopías.
“Cien pueblos apedrearon este valle”, dice tu poeta.? Pasen y compren: todo está cuidadosamente envuelto en polvo.
La región menos transparente está forrada de injusticias y mentiras, en ella soplan aires que sofocan, como la tierra que entra por la garganta, raspa las entrañas y deja sin voz y sin palabra.
En la región menos transparente, gobiernan los sedientos de venganza, perros que babean el resentimiento, enfermos de poder que disparan contra la libertad.
En esta región, mandan los aprendices de dictadores, magos y charlatanes, es una región opaca, pero su opacidad está fabricada, no es invencible.
En este lugar ya no existen estrellas fugaces, ya no, porque son muchos los deseos de sus habitantes: deseos de verdad, de transparencia, bienestar, progreso y solución a los conflictos.
Bolivia muerde polvo de vejación, de injusticia, estafa y coerción. Acaso, como sentencia Alfonso Reyes, “el polvo sea el alfa y el omega”, pero en este caso, lo es de un país en donde el tiempo y su Gobierno obligan a sus habitantes a acumular bosta, donde antes se plantaban flores, para enturbiar las verdades.
Acaso el polvo sea el tiempo histórico. Pero no ese polvo que ciega y amordaza, sino, ese tiempo halagüeño que en algún instante de la vida pedimos como deseo a esa estrella fugaz del pasado, ése que lucha por convivir con el espacio más transparente, cierto y soberano.
Tiempo y espacio cohabitando una región en donde la libertad, la justicia, la verdad y el estado de bienestar claman su eje central y piden el destierro de la estafa, la mentira, la corrupción y el azote de la antidemocracia.
La democracia se nutre a través de la alternancia en el mando y en el gobierno (Poder Ejecutivo). La perpetuidad en el poder y los mecanismos irregulares para hacer que un gobierno imponga su ley y su mandato, desembocan en absolutismos y de hecho.
La alternancia en el poder es “un principio democrático”, presidente Evo Morales Ayma. Pero no solo debe existir alternancia en el mando, también, desde luego, en el poder. Lo que pretendes es eludir ambas cosas, para asegurar, a través de mecanismos legítimos e ilegítimos, tu continuidad indefinida.
¡El Estado no eres tú!
La alternancia de mando y poder está referido, presidente, a la amplitud democrática que sea capaz de ver a otros partidos políticos y líderes, aun sean estos miembros del MAS, como opción de gobierno que le dé dinamismo a la estructura política.
La alternancia democratiza y fortalece a un país, es una vacuna contra la corrupción, el clientelismo, las prebendas y los poderes institucionalizados en la cosa pública, justamente los que ahora te impiden decidir sobre temas tan vitales y urgentes que aquejan a nuestro país.
—¿Qué piensa, Fernando Savater, de los populismos?
—El populismo es la democracia de los ignorantes. A veces sirve para sublevar contra problemas reales, pero no para solucionarlos. Busca revancha, pero no reforma.
Bolivia es el país de la fiesta y la máscara, una suerte de conductas subconscientes que conducen a temores históricos a enfrentarse con su verdadera realidad, con realidades que obliguen a reflexionar sobre lo que somos y lo que pretendemos ser como individuos y como colectividad. En ese afán, es menos complicado sustituir el cuestionamiento y la interpelación, por la negación.
‘La fortuna política es como un largo orgasmo’. ¡Muy cierto! Pero también es como una montaña rusa, subes y bajas y, en cualquier momento, te vas de hocico.
El autor es comunicador social
Columnas de RUDDY ORELLANA V.