Jaime Bartrolí, gigante de cuerpo y alma
El pasado 27 de diciembre murió en Cochabamba el sacerdote jesuita Jaime Bartrolí Clotet (Trolo), después de una vida dedicada al trabajo con los pobres del campo y de las ciudades, primero en Potosí y luego en Cochabamba. De enorme estatura, flaco, rubio y de transparente ojos celestes, Bartrolí fue un trabajador incansable, un gigante afable y sonriente, sobre el que, cuando cumplió 50 años de jesuita, el padre Peter-Hans Kolvenbach, entonces General de la Compañía de Jesús, destacó su ejemplo de pobreza, humildad y entrega demostrando con su vida que las bienaventuranzas de Jesús no son sólo para ser predicadas o comentadas en una homilía sino para vivirlas.
Jaime Bartrolí nació el 5 de septiembre de 1936, en plena Guerra Civil española, en Torelló, Barcelona. Recomendando su ingreso a la Compañía de Jesús, su párroco de Sant Feliu de Torelló lo describió informando: “Hago constar con toda satisfacción que el joven Jaime Bartrolí, de 18 años de edad, natural y vecino de ésta, es de confesión semanal, de comunión diaria, que oye la Santa Misa todos los días que pueda, de muy buen carácter, trabajador, cumplidor de sus deberes familiares y sociales y tiene todas las señales de vocación religiosa” (1959).
Este joven de la Cataluña profunda trabajaba en ese entonces de carpintero, en lo que hoy llamaríamos “carpintería de diseño” en la producción de objetos culturalmente tradicionales, de escuela artesanal pura, para quienes el clavo no existe y el encanto de la pieza se basa en el encaje de las trabas y la cohesión en base a cola de pescado. Ese primer oficio marcaría a Jaime para toda la vida, el artesano y su obra gozaban de características muy semejantes: transparencia, veracidad, resistencia, fortaleza, integridad y simplicidad.
Ingresó a la Compañía de Jesús en 1955 en el noviciado de Veruela y siendo novicio fue enviado a Bolivia. En 1957, en Cochabamba hizo los votos religiosos, sus estudios de humanidades y filosofía en Quito y de teología en la Facultad de Sant Cugat, Barcelona, donde recibió la ordenación sacerdotal el 28 de junio de 1968; hizo sus prácticas de magisterio en el colegio San Calixto y de pastoral en la Parroquia de Tiraque, en Cochabamba.
Su actividad pastoral transcurrió mayormente en parroquias de municipios rurales, dejando huella en San Antonio de Tiraque, San Miguel de Uncía, San Clemente de Potosí, Virgen Milagrosa de El Alto y Santa Vera Cruz de Cochabamba. En el ámbito de la pastoral social fue director de Acción Cultural Loyola (ACLO) en Potosí, Coordinador de Prioridades Apostólicas de Suburbio, y director de Cáritas de la diócesis de El Alto. Amante de la formación y educación popular mediante la radio apoyó y participó en Radio ACLO y en la producción radial de Radio Pío XII de Siglo XX. Fundó la pastoral minera, junto con los padres Oblatos y otros activistas del área.
Antes de que el papa Francisco señalara que la opción de trabajo de los sacerdotes era “oler a oveja”, Jaime Bartrolí lo hizo sin alharacas. Sus incursiones para atender el campo rural aledaño a Uncía eran largas y sin privilegios ni concesiones, con su “corazón de Boy Scout” siempre pronto a servir, defensor de la gente humilde, por serle connatural desde su propia humildad. Muchas veces arriesgó su vida cuando en centros mineros enfrentaba al poder militar indiscriminado y dictatorial, como también a los comerciantes rescatistas de los productos del sudor ajeno, tanto de la mina como del agro.
El año 2006, este gigante dulce y de gran fortaleza física sufrió un infarto cardíaco masivo pronosticándosele clínicamente sólo seis meses de vida. Pero él no sacó el arado del surco de cada día. Con fuerzas ya escasas dedicó su tiempo a los jóvenes del Colegio Juan XXIII enseñándoles carpintería y atendiendo la parroquia local de Suticollo. Después, cuando sus fuerzas menguaron, con acompañamiento médico y el cuidado y apoyo de su comunidad y amigos, Jaime siguió leyendo mucho y escuchando música, hasta que, hace unos días, el Señor lo recibió en su casa. Que descanse en paz.
Secretario de la Compañía de Jesús de Bolivia
Columnas de IGNACIO SUÑOL S.J.