Llegó el 2018
Tratando de resaltar la intrascendente reunión del Foro de Países Exportadores de Gas (foro), el Gobierno programó otras reuniones concurrentes a las del foro sobre temas que no estaban en la agenda. Una de ellas fue la presentación y oferta de áreas de exploración petrolera por parte de YPFB a los países asistentes para lograr posibles compromisos de inversión. Con ese fin, YPFB preparó y distribuyó un volumen impreso titulado Technical Atlas–Hydrocarbon Potential of Bolivia (Atlas).
La pregunta que flota en el ambiente es: ¿será el 2018 un buen año para el sector hidrocarburos? Intentemos algunas respuestas.
Las decisiones que se tomen este año en el sector van a estar fuertemente influenciadas por dos factores: cumplimiento de compromisos de exportación de gas con producción descendente de campos en declinación y, por otro lado, el país estará envuelto en un proceso preeleccionario a la presidencia del Estado Plurinacional.
Veamos. Hace unos días, el actual Presidente, que recurriendo a todo tipo de medios pretende ser reelegido, ha declarado que “el país sigue viviendo del gas”.
En circunstancias normales una declaración presidencial de ese tipo significaría que al sector hidrocarburos se le de la máxima atención. Como estamos en período preeleccionario, la preocupación presidencial va a ocasionar que con novedades del sector se trate de conseguir la mayor cantidad de votos posibles, ya sea en base a resultados realmente positivos o inflando con propaganda medias verdades que pueden terminar siendo reales mentiras.
El 2018 es el año previo a la terminación del contrato de venta de gas a Brasil (YPFB-Petrobras) y deberíamos tener un acuerdo para su prolongación o suscripción de un contrato totalmente nuevo. Para este efecto, el conocer las reservas probadas recuperables de gas y petróleo del país, es fundamental. El último dato oficial es de fines del 2013 y por tanto, no habiéndose registrado ningún éxito exploratorio importante, estarán menguadas por toda la explotación que se está haciendo desde ese entonces. Tratando de ocultar esa realidad, es muy lamentable que en diciembre pasado, después de haber pisoteado la ley que manda se realice la Certificación de Reservas cada año, por segunda vez el Gobierno ha cancelado una licitación para que se efectúe ese estudio. Por tanto, no se sabe cuándo se tendrán esos datos primordiales. Este extraño proceder es una muestra clara del manejo político preeleccionario del sector. En palabras simples, el Gobierno no tiene intenciones de divulgar cifras de reservas hasta que no hayan resultados de pozos exploratorios que se están perforando.
Pero la importancia de datos actualizados de reservas influye inclusive en decisiones ya pasadas. Así tenemos que el Gobierno ha iniciado un supuesto plan de industrialización del gas para la producción de plásticos (polietileno y polipropileno). Las materias primas para esos plásticos se obtienen extrayendo los licuables del gas de exportación. Para abastecer plantas de tamaño comercial de los plásticos planeados, se requiere extraer los licuables (etano-propano) de por lo menos 20 MMmcd de gas de exportación. No tenemos las reservas adicionales ni el contrato respectivo para una exportación de esa naturaleza, por tanto, todo el programa de industrialización debe ser revisado.
Por lo anterior, dentro de las tareas sin terminar del 2017, se tiene el juicio iniciado por los procedimientos irregulares para construir una planta de polipropileno a un costo de ± $us 2.000 millones. Inversión que como se ha visto no tenía justificativo por la falta de reservas.
En esta misma tónica, se tiene iniciado un juicio de responsabilidades por tratar de comprar tres taladros de perforación chinos, sin tener campo o campos donde utilizar esos equipos. Juicio que debe ser terminado cubriendo todos sus detalles y motivaciones,
Por los dos casos citados, no sería de extrañarse que por estar en período preeleccionario, se guarde silencio e intervengan factores políticos en el procesamiento de esos juicios en una réplica de lo ocurrido con Petrobras en Brasil.
Otra de las labores inconclusas del 2017 es el lograr el funcionamiento comercial de las plantas de amoniaco y urea en el Chapare inauguradas en septiembre del pasado año que hasta ahora no entran a una fase normal de producción. A la fecha, las plantas continúan paradas después de unos días de producción irregular. Esta situación no puede seguir así. En este proyecto se han invertido cerca a $us 1.000 millones financiados por las reservas del Banco Central, con la promesa que los ingresos por exportación de estos productos compensarían la pérdida de precios que ha sufrido el gas.
En gran síntesis, se puede decir que el año 2018 será muy complicado, confuso y difícil.
El autor es ingeniero, experto en hidrocarburos.
Columnas de CARLOS MIRANDA PACHECO