Un detonante llamado código
No hay que tomar el rábano por las hojas. ¿Y cómo se toma entonces, maestro? Por la raíz pues mi querido discípulo. - ¿Y a qué viene esa metáfora? A que hay gentes que sólo ven lo que quieren ver, aunque ello no exista. No aceptan escudriñar un poco la realidad; se quedan en la superficie. Los fanáticos tienen ese defecto. En el deporte y en la política abundan esas especies.
Pero eso de ver lo que no existe o hablar de ella como si existiera, ¿no es una forma de corrupción, maestro? Puede ser, sin embargo el mal no está en que no se quiera ver sino en que no se pueda. Algo se podría hacer con aquellos que adrede cierran los ojos y los oídos, pero con aquellos cuyos sentidos fisiológicamente no funcionan, no hay nada que hacer. Tal vez becarlos, siquiera como pasantes, en el gran hotel “Pacheco” de la capital.
Bueno, bromas aparte, hay algo serio en el tintero. Sería bueno ventilarlo sin miedo, aunque más no sea para llevarlo después como testamento bajo el brazo, cual aconsejaba Arce Gómez en sus buenos tiempos. No se puede ver con indiferencia el zafarrancho que se está armando; los tambores de guerra suenan por doquier y los ojos no dejan de ver los gestos belicosos en el rostro de los plurinacionales del Palacio Quemado. ¡Realmente dan miedo!
Por algún designio desconocido, los “mandiles blancos” asumieron –sin previo acuerdo ni voto resolutivo– una representación genérica. Se suele decir que la clase media urbana es de poca consistencia política, pero en estos días se ha visto actuar en las calles con resolución heroica. En la plaza principal se propala en altavoz cánticos que antes eran para conquistar el poder; ahora es para que el caudillo se vaya: “Para el pueblo lo que es del pueblo”.
El tema “código” ha generado una áspera polémica. Pero en ello es visible la tendencia que domina. Si se fijan bien, decía una diputada opositora, que el problema ya no es el código; se ha convertido en una acción política. Hemos visto otras veces la misma progresión: es la paja seca acumulada que se enciende rápido; la chispa puede provenir de cualquier lado. ¿Es muy difícil ver eso?, decía la opositora.
En el diario La Tercera de Chile Paz Soldán traza con gran entusiasmo la figura del “primer presidente indígena”, en el momento apoteósico o de su ascensión: “En la Bolivia de Evo” La Paz se convirtió en la Meca del izquierdismo latinoamericano… Ahora Bolivia está en la mira de los ojos del mundo”. En la otra punta, la misma pluma, bajo el título de “Un golpe al voto popular”, expresa: “Evo ha terminado encarnando las pulsiones reaccionarias y retrógradas…”
“Todavía falta lo mejor, decía en 2006. Pasen, señores: la película va a comenzar”. Ahora en 2018, diría: desocupen, señores; con ese epílogo de la frustración ha terminado el film.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS