De mentira
Por circunstancias de la vida me tocó vivir el paro del 21 de febrero en Santa Cruz de la Sierra. Lo hubo y pude sentir que la gente común sale a bloquear, que otra sigue su vida y nadie le reprocha que abra su pequeño negocio. Los que están en contra de la violación de su voto, del irrespeto a la Constitución, siguen con lo suyo y ambos se respetan. Y eso está bien, eso es lo que se busca y eso es lo que se quiere de las autoridades.
No interesan los sofismas. Que no se incumple el resultado del referendo del 21 F, que se va por otra vía, pero esa ruta rompe con el principio vinculante del resultado que es fruto de la decisión de más de 2,5 millones de ciudadanos.
Este pasado 21 de febrero se ratificó esa posición y no por la supuesta influencia de la llamada “mentira” del caso Zapata. El pueblo, con o sin militancia, le dijo al poder que quiere respeto a las normas y a la palabra empeñada.
Eso está ahí y ahora resta saber qué viene. Esa es la pregunta que se hace la ciudadanía. Se prevé que el Presidente siga adelante con su deseo de re postularse y seguramente apoyado por su círculo más cercano. Pero el ciudadano Evo Morales debería escuchar a los otros de su partido. Ellos son los que harán campaña y es la suma de todos los que les permitirá ganar o no en mesa. No es solo ganar, es cómo se lo hace o cómo se vende que se ganó.
Allí entra otro componente. Es el cómo preservar los cambio sociales que han permitido importantes avances en la sociedad, en la economía, que pueden perderse como ya sucedió con otros a lo largo de la historia nacional. Sobre aquello, el único que tiene la respuesta es Morales y su capacidad de discernir entre realidad social y la palaciega.
Los que están por el respeto a la Constitución, saben que su lucha no se acaba con el paro; por contundente que sea. Saben que necesitan de más, de mucho más. Cuando miran a su alrededor ven poco nuevo y mucho de un pasado que no quieren que se repita. ¿Qué falta? Falta un proyecto alternativo que sea capaz de mostrar que otra vía es posible para vivir mejor sin destruir lo que haya de bueno en el proceso que vivimos estos últimos 12 años. También un acercamiento con los otros, con los que observan temerosos de perder lo poco que les llegó y ansían ser escuchados, no utilizados pues de eso ya estarían hartos.
La débil oposición partidaria tiene su tarea, y una de ellas es demostrar que son demócratas y abiertos a incluir no a imponer.
El autor es periodista
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA