Día Internacional de la Mujer
Hoy se conmemora en todo el mundo el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”. Es una jornada que como el 11 de octubre, Día de la Mujer Boliviana, se presta para hacer una evaluación sobre los avances, estancamientos y retrocesos que se registran en el proceso que conduce hacia una sociedad más justa y equitativa.
Al hacer el balance es importante hacerlo desde una mirada panorámica de la historia y solo a la luz del vertiginoso ritmo de la vida actual. Así, se podrá constatar que aunque a veces parezcan pequeños y lentos, los cambios de los que estamos siendo testigos son mucho mayores y más rápidos que los acumulados durante siglos y milenios anteriores.
En efecto, apenas algo más de un siglo ha transcurrido desde que en un día como hoy, hace algo más de un siglo, una huelga de trabajadoras textiles estadounidenses sentará las bases de un proceso ininterrumpido de conquistas que gracias a los que ya no se hay puntos de comparación entre la situación pasada y la actual. Son tan profundos los cambios, que la presencia de mujeres en los principales escenarios económicos, políticos o culturales es ya tan habitual que a las nuevas generaciones les resulta difícil imaginar algo diferente.
Sin embargo, y sin desmerecer esos logros, la agenda informativa internacional, nacional y local resulta suficiente para comprobar a diario que los avances empalidecen cuando se los compara con lo mucho que falta por hacer. En todo el mundo –y Bolivia no es una excepción– la causa de la equidad de género está lejos de llegar a la inmensa mayoría de las mujeres para las que las leyes y los discursos no han sido suficientes para transformar, por lo menos no en la medida de lo esperado, sus condiciones de vida cotidianas.
Los datos que dan cuenta de lo lejos que todavía estamos de una sociedad en la que ser mujer no sea una desventaja son abundantes. Indicadores como pobreza, violencia, analfabetismo, empleo, seguridad social, equidad salarial, entre muchos otros coinciden al señalar que las mujeres siempre llevan las de perder.
El contraste entre lo avanzado, el punto actual y lo que falta por hacer indica que cambios tan profundos como los que están en curso son mucho más difíciles de lo que sería de desear. Lo que lejos de ser motivo de desaliento, debe dar lugar a una mirada más serena, comprensiva y desapasionada sobre la real dimensión de un desafío ante el que los deseos y la voluntad no resultan suficientes.
Columnas de Redacción Central