Machismo laboral
Como cualquier otra fecha que es usada para quedar bien, el Día Internacional de la Mujer será motivo de sendas felicitaciones.
No deja de ser llamativa esa actitud en un mundo en el que, con leyes progresistas y todo, sigue imperando el machismo que se expresa incluso en el manejo del idioma.
Y si alguien viene a decir que ya existen demasiados días dedicados a la mujer (Día de la Madre, el de la Mujer Boliviana…) entonces habrá que recordarle que el 8 de marzo no es simplemente el Día Internacional de la Mujer sino el de la mujer trabajadora. Esto se debe a que una de las razones para la conmemoración fue la muerte de unas 123 trabajadoras de la confección en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York donde habían sido encerradas como una práctica para evitar el hurto de mercancías.
Y precisamente los derechos laborales de las mujeres son un tema sobre el que deberíamos reflexionar cada 8 de marzo. En Bolivia se ha avanzado bastante en la defensa de los derechos de las mujeres pero también es cierto que la letra muerta de la ley no ha hecho mucho en cuanto a las condiciones laborales.
La Ley 348 dice que violencia laboral es “toda acción que se produce en cualquier ámbito de trabajo por parte de cualquier persona de superior, igual o inferior jerarquía que discrimina, humilla, amenaza o intimida a las mujeres; que obstaculiza o supedita su acceso al empleo, permanencia o ascenso y que vulnera el ejercicio de sus derechos”. Sería interesante saber si esta norma se aplica en la vida real.
Lo que se ve, cada vez con mayor frecuencia, es que si una mujer quiere acceder a un puesto de trabajo, tiene que someterse a las condiciones que disponga el superior, así sean sexuales. Por tanto, se supedita su acceso al empleo. Si quiere permanecer en el cargo, también debe aceptar las condiciones que se le impongan, aun estas contradigan lo dispuesto en la legislación laboral.
En Bolivia existe una figura violadora de derechos que se asume en prácticamente todas las reparticiones públicas: el trabajo a contrato, por 89 días. Quien acepte esa modalidad, lo hace cediendo parte de sus derechos y las más perjudicadas son las mujeres porque, por su condición de tales, están expuestas a más exigencias que los varones.
Entonces, con el fin de permanecer en el cargo, o volver a ser contratadas, las mujeres de Bolivia deben soportar tratos discriminatorios y humillantes, así sean trabajadoras llanas o ministras. En esas condiciones, no se puede hablar de festejar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del Periodismo.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA