Pongamos que hablo de Zapatero, Garzón, Iglesias y Evo
“El futuro no está escrito, porque solo el pueblo puede escribirlo”.
Estoy seguro de que esta frase todavía resuena en la memoria de muchos españoles y, desde luego, en la historia de España como una de las más trascendentales y esperanzadoras que el flamante desconocido, Adolfo Suárez, figura clave de la transición democrática española, pronunciaba el 10 de octubre de 1976 a propósito de la presentación del proyecto de ley de la Reforma Política que sentaría las bases democráticas para una serie de transformaciones estructurales como la autoliquidación de las Cortes franquistas, la legalización de los partidos políticos, incluido el Partido Comunista, los sindicatos y otras medidas que se fueron sumando paulatinamente.
El 3 de julio de 1976, Adolfo Suárez González, era nombrado presidente del Gobierno por el rey Juan Carlos I. Hasta entonces, Suárez carecía de presencia política y su nombramiento fue una gran sorpresa, sin embargo, el rey había movido ficha y Adolfo se convertía en su hombre clave, en el que depositaría toda su confianza para un regreso triunfal a la democracia tras casi 40 años de dictadura brutal del Caudillo de España y Generalísimo de los ejércitos, Francisco Franco que, hasta su muerte, asumió todos los poderes: era el jefe del Estado, fiscalizaba los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y tenía el mando supremo del ejército, amén de suprimir los derechos y libertades individuales.
Esos casi 40 años de dolor, muerte y oscuridad, es, hasta este día, el trecho histórico que con más desprecio recuerdan los españoles. El franquismo terrorífico parecía no terminar jamás y la historia se ensañaba con España hasta agotar las esperanzas. Sin embargo, hombres con espíritu democrático como el rey Juan Carlos I, Adolfo Suárez y los que siguieron los pasos de libertad, supieron y saben que España nunca más recorrerá esos infiernos. Desde la figura de Suárez como artífice de la transición, hasta el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la democracia sanó heridas, reivindicó sueños e hizo posible una España participativa, plural y libre, sin romperse y sin tener sobresaltos antidemocráticos, menos de facto.
Es en ese contexto histórico que reprocho y rechazo con determinación los actos paralelos a los del 21-F en Bolivia que protagonizaron en España el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, el titular de Podemos, Pablo Iglesias y el coordinador de Izquierda Unida, Alberto Garzón en la sede de Comisiones Obreras (CCOO) defendiendo la candidatura de Evo Morales Ayma a la presidencia en 2019. Esos actos fueron una falta de respeto y un exabrupto totales a las convicciones democráticas, a la libertad y alternancia que son universales, de las cuales, estoy seguro, de que Zapatero y su comparsa supieron asimilar con claridad y patriotismo la valentía que tuvo Adolfo Suárez para abrir y enfrentar nuevos caminos de pluralidad en España y consolidar el concepto de que no existe otro sistema más efectivo y armónico que el democrático para cotejar ideas y debatir disensos.
“Por Bolivia, con Evo”, decía el eslogan con el cual, Zapatero, Iglesias y Garzón se envolvieron de pies a cabeza, argumentando que Evo ‘había cambiado y mejorado su país’.
Vaya afrenta al voto limpio de los bolivianos que le dijeron No el 21-F de 2016 a la re-re elección de Evo Morales. Zapatero y compañía también se pasaron por los cojones la decisión del soberano en nuestro país. Ese es el tema central de mi repudio, el de ignorar voluntariamente el voto democrático de gran parte del electorado y, pese a eso, hacer gala de una demagogia que se entiende, devalúa la convicción democrática de un personaje ligado al PSOE, partido político que estuvo presente en la transición democrática de España.
Tras el descalabro de Zapatero como mediador en el conflicto de la Venezuela del dictador Maduro, ahora se las de solidario y “agradecido” con Evo Morales Ayma. Independientemente de esos ‘agradecimientos’ personales, Zapatero y sus acólitos deben saber que la democracia y las decisiones de un pueblo se respetan y que el imperio de las leyes están por encima de la corona y del bastón de mando del caudillo que desea eternizarse en el poder. Las coordenadas de la democracia son claras, universales y tienen validez aquí o en España (Cataluña lo comprendió así). Me gustaría saber si a Zapatero le haría gracia que en España retornasen los espíritus del laberinto del fauno, ese manto negro de dolor y muerte que tanto daño le hizo a un país del cual amamantamos su lengua, su cultura, su literatura y su historia.
Vaya forma de hacer saber que aún quiere llover sobre mojado. Zapatero y sus compadres pretenden justificar lo injustificable. Evo Morales ha roto con la democracia y su deseo de eternizarse en el poder lo hace ilegítimo. Ignora completamente el poder y la decisión del pueblo que le dijo No, e impone su voluntad sin pena ni gloria.
Su "diálogo" con Maduro ha "multiplicado por seis el número de presos políticos y no se ha devuelto poder a la Asamblea", decía el expresidente del gobierno, Felipe Gonzáles con respecto a la tristemente célebre mediación de Zapatero en Venezuela que, desde mi punto de vista fue mediocre y sesgada.
En Bolivia, ¿qué diablos tiene que ver el ‘agradecimiento y la empatía’ de Zapatero con Morales, con el apoyo a una candidatura ilegítima a la re-re-elección? Así como usted, señor Zapatero, en un acto de libertad y democracia, en abril de 2011 decide anunciar que no se presentaría a la reelección, sabiendo que un año antes había comparecido ante el Congreso para anunciar la congelación de las pensiones, la supresión del cheque-bebé y la rebaja media del 5% en los sueldos de los funcionarios y la oposición se le vino encima y comenzaron las huelgas y las protestas en las calles, y en 2010, acaso su año aciago, estalló una de las mayores crisis que tuvo que afrontar su Gobierno: la huelga de controladores aéreos que se desbordó y su administración se vio obligado a militarizar el espacio aéreo y declarar el estado de alarma por quince días por primera vez en España desde el retorno a la democracia, luego, vendría el movimiento 15-M de los indignados que protestaron en contra de un sistema monopólico, ineficiente y corrupto, entonces el panorama político, social y económico se le puso más difícil que bailar una jota aragonesa.
En Bolivia, el 21-F de 2016, el grueso de los electores le dijo no más a un gobierno corrupto, acaparador y antidemocrático. Hay, pues, una similitud entre el rechazo tenaz de los españoles a su gobierno y el de la mayoría de los bolivianos a la administración corrupta y antidemocrática de Morales, también, desde luego, está el temor de los bolivianos a perder por completo la democracia y la estabilidad social. Su renuncia a la reelección posibilitó una fluidez clara y democrática.
En Bolivia también hay indignados, es la clase media que reclama su futuro, su libertad y su democracia, ignorar todo eso (lo) nos hace cómplice(s) de una posible dictadura en ciernes.
“Ahora se habla de democracia. Nosotros, los españoles, ya la hemos conocido. Y no nos dio resultado. Cuando otros van hacia la democracia, nosotros ya estamos de vuelta. Estamos dispuestos a sentarnos en la meta y esperar a que los otros regresen también”, firma el generalísimo franco.
El autor es comunicador social
Columnas de RUDDY ORELLANA V.